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El Heliodoro Rodríguez López debía conceder al Levante un billete de clase preferente en el vuelo de regreso a Primera División. Ese era el escenario imaginado por los granotas. Y también el guión más lógico teniendo en cuenta las circunstancias y las necesidades de cada equipo, Pero la realidad no estuvo de acuerdo. El Tenerife, que ya no tiene en juego ningún objetivo, dio una lección de intensidad y verticalidad a los azulgrana y lograron una victoria por la mínima. Las providenciales manos de Joan Femenías evitaron un resultado más contundente. Y en el tramo final, cuando los de Javier Calleja despertaron y pudieron empatar, evidenciaron esa falta de pólvora de la que han adolecido durante buena parte de la temporada. Decepcionante resultado y, lo que es peor todavía, decepcionante imagen del equipo.
Se trataba de un partido clave en el que los azulgrana. En caso de ganar en Tenerife, aparte de dormir en primera posición a la espera del choque de este domingo entre el Eibar y Las Palmas, el Levante habría pasado a depender de sí mismo en la lucha por el ascenso directo. Y es que se garantizaba la segunda plaza de la clasificación al finalizar la jornada, ya que el pasado viernes el Alavés y el Granada le habían echado una mano firmando las tablas en un duelo directo.
Mucho que ganar. Y mucho que perder. Y el Levante falló. Desperdició una ocasión de oro de volver a los puestos de ascenso directo, una zona de la que se despidió a principios de marzo. Al equipo le temblaron las piernas. El margen de error se agota, aunque la esperanza pasa por la escasísima distancia que existe entre los cinco primeros clasificados. Cuando finalice la jornada, según el resultado que se produzca entre el Eibar y Las Palmas, los granotas se quedarán a uno o dos puntos del segundo.
Javier Calleja lo tiene claro. Y así lo mostró tras el pitido final en el Heliodoro Rodríguez López. Ya no se puede tropezar: «Ahora es nueve de nueve. De nueve puntos tenemos que sacar los nueve. Tenemos que levantarnos. Vamos a pelearlo hasta el final. Somos conscientes de que hemos hecho un mal partido. Nosotros no hemos estado a nuestra altura», lamentó el preparador del Levante.
Al Levante le faltaron ideas y ritmo. Se bloqueó en un momento trascendental de la temporada, cuando se podía dar un paso de gigante hacia el objetivo. Y la coyuntura, visitando a un Tenerife que se encuentra en tierra de nadie y sólo se jugaba el orgullo ante su afición, invitaba al alcanzar el éxito. Sin embargo, la actuación estuvo muy lejos de las expectativas desde el primer minuto.
El Levante no entró como se esperaba en el partido. Teniendo en cuenta el peso de los puntos, los azulgrana carecieron de mordiente necesaria durante los primeros 45 minutos. Salvo en un tramo aislado, el Tenerife llevó la iniciativa y se mostró más contundente en los balones divididos. Y así llegaron las mejores acciones para el conjunto dirigido por Luis Miguel Ramis. La defensa azulgrana, mermada por las bajas, tuvo serios problemas para neutralizar la verticalidad del rival.
Mustafi reapareció ocho meses después de su anterior partido, que se remontaba al 9 de septiembre. Sufrió una rotura fibrilar en el recto femoral de la pierna izquierda y, tras una recaída, acabó pasando por el quirófano a principios de noviembre. La inactividad le pasó factura.
Muy pronto, un viejo rockero como Enric Gallego avisó superando a Saracchi en el salto y cabeceando para obligar a Femenías a sacar una mano salvadora. El arquero balear iba a tener trabajo. Iba a ser el partido más exigente para él desde que tomó el relevo del lesionado Cárdenas. Y puso la nota más positiva.
El susto no espoleó al Levante, que llegaba tarde en las segundas jugadas y se situaba demasiado atrás en el campo. El Tenerife dominaba, insistiendo por las bandas y colgando balones. No era el guión previsto. Tras una tímida reacción, el conjunto canario tuvo ocasiones de sobra para adelantarse antes del descanso.
El Levante siguió sufriendo en el segundo acto, con un Femenías providencial. Y Enric Gallego tenía claro que no iba a volver a su casa sin ver portería. Un minuto después de que el árbitro le anulara un gol por fuera de juego, marcó elevándose entre Mustafi y Róber Pier para cabecear con potencia y precisión. Ninguno de los dos centrales fue capaz de contenerle.
Sin Montiel, Campaña y Pablo Martínez, nadie ponía creatividad en el centro del campo. De Frutos y Róber Ibáñez estaban apagados por las bandas. Calleja movió el banquillo en busca de frescura. Y a falta de media hora para el final, llegó la primera posesión de balón larga de los azulgrana.
A partir de ahí, habiendo dado un paso atrás el Tenerife para proteger la ventaja, el Levante rozó el empate por medio de Bouldini y Soldado. El veterano delantero valenciano marró un disparo a quemarropa. Femenías tuvo tiempo para lucirse otra vez. Este sábado, los granotas no dieron la talla.
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