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Quico Catalán ha pronunciado en público dos veces una frase que suena lapidaria: «Nos van a tener que matar para que bajemos a Segunda». ... El presidente repitió esta semana, en la presentación de Martín Cáceres, el alegato que hizo en la junta general. Al dirigente se le pueden achacar errores, unos evidentes y otros discutibles, pero nadie duda que institucionalmente este es el mensaje que hay que dar con casi media temporada, parece que de agonía, aún por delante. También se ha lanzado esta proclama con hechos, tímidos y de acuerdo con la realidad del club: fichar un central y evitar un éxodo de futbolistas que pudieran querer huir del barco en enero. Sin embargo, bajando al pasto, a galeras, la gran verdad es que el equipo no rema a un ritmo acompasado ni con eficiencia. Y eso tampoco es discutible porque los resultados son demoledores.
Este Levante se está matando solo. No hace falta que venga el rival a descerrajarle un tiro en la sien ni a rebanarle el cuello. 45 segundos le bastaron para cometer otro error grosero en una acción a balón parado de la que se aprovechó el Getafe. ¡Ni un minuto!
«No estamos llegando a ese nivel mínimo que exige la categoría». Las palabras de Postigo, con los ojos enrojecidos nada más acabar el partido resumen una verdad que también proclaman los hechos y las estadísticas de los últimos encuentros. En defensa no hay discusión. Juegue quien juegue, con dos o tres centrales… da igual. Al equipo le hacen gol con una facilidad pasmosa. En los dos últimos encuentros fuera de casa, los dos primeros desplazamientos de 2022, la película ha sido la misma: balón lateral, despiste y Aitor a recoger el esférico del fondo de la portería. El ejecutor fue Dia en Vila-real y en Getafe un Enes Ünal mucho más maduro que cuando pasó de forma circunstancial y con más pena que gloria por Orriols. En el derbi, por cierto, también se encajó en el primer córner, aunque este llegó en el minuto 13 y supuso el 2-0, obra de Pau.
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Los grandes señalados han sido los centrales. Vezo no está bien y en Getafe lo volvieron a dejar en evidencia, esta vez otro ex como Mayoral. Duarte sale de lesión y se le nota falto de ritmo, con Postigo esto se nota aún más después de dos años con demasiadas intermitencias por problemas musculares, y Róber Pier tampoco ha demostrado ser una alternativa. Mustafi está lesionado y Cáceres acaba de llegar pero a poco que se coja Alessio le dará por descarte las llaves de la zaga.
El episodio de los centrales es una evidencia, pero es injusto señalarlos sólo a ellos. Por ejemplo, la falta de contundencia o las pérdidas innecesarias están penalizando mucho. A Pepelu ya le salvó el VAR contra el Mallorca y en Getafe un fallo suyo precedió el 2-0. Lo del canterano sirve como ejemplo, pero es que futbolistas con más experiencia en Primera, como Malsa o Radoja, tampoco han demostrado ser un ancla. Lo de Vukcevic no merece ya ni comentarlo.
«Sí que ha habido partidos de mala suerte a principio de temporada. Te agarrabas a eso, que era mala suerte… No estamos dando ese nivel mínimo, y lo intentamos porque la gente se esfuerza en los entrenamientos», insistía Postigo tras el 3-0 de este viernes. No es lícito dudar de la palabra del héroe del último ascenso, pero hay otra gran verdad: por mucho que trabaje, el equipo no ha experimentado esta temporada una evolución, sino una involución. Y esto se ve claro en el aspecto ofensivo: el Levante antes hacía gol con una gran facilidad, pero esto ahora le cuesta, con lo que los fallos en el área propia le penalizan todavía más.
En Getafe, el Levante ganó la posesión (59%), remató 11 veces (sólo 2 a puerta), lanzó 8 saques de esquina y realizó 130 pases correctos más que su rival… pero acabó goleado y sin marcar. El equipo de Paco López, que también encajaba demasiado, en temporadas anteriores tampoco habría dejado su casillero a cero con ese bagaje estadístico en ataque. Pero es que mucho antes, los equipos de Luis García, Juan Ignacio, incluso Caparrós o hasta Alcaraz, necesitaban mucho menos para marcar.
Y esta misma temporada y ya tras el primer cambio de entrenador: por ejemplo, Valencia (15 remates y tres goles), Espanyol (14 remates y 3 goles), Betis (8 remates y 1 gol), Alavés (12 remates y 1 gol), Atlético (7 remates y 2 goles)... el problema es que con inicio de año y con la excepción del día del Mallorca, al equipo se le nubla la vista también cuando mira a la portería contraria.
Pereira tocó su fondo tras la goleada contra el Granada: 0-3, con 12 remates a puerta y 0 goles a favor. Aquel desastre empezó pronto. ¿Adivinan? Sí, córner botado por un ex (Rochina en esta ocasión) y cabeceado por Germán. El técnico pacense fue destituido tras la remontada sufrida, la semana siguiente, contra el Alavés.
Por ahora, con Alessio a los mandos, el equipo no ha sabido reaccionar. Por contra, lleva tres partidos prácticamente seguidos inmolándose en centros laterales: Villarreal, Cádiz y Getafe. Y lo que es peor, aunque esos golpes llegan pronto, el equipo queda noqueado, sin capacidad de reacción y cada vez ataca peor el área rival. Así, sólo queda un argumento, el de pedir perdón como hizo Postigo: «A nuestra gente y a las personas del club que se matan a trabajar cada día».
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