Levante, no te fíes. Pero ni un pelo. Que el gol de Wesley no sirva para afrontar el partido de Albacete (este sábado, 21:00) con cierta condescendencia. La afición ya ha tenido bastante con los disgustos frente al Ibiza y el Mirandés, por citar dos de los batacazos más sonados, de los muchos que dinamitaron el sueño del ascenso directo. Tampoco hay que comparecer en el Carlos Belmonte con la actitud de Tenerife... ¡que un puntito allí también habría supuesto, a estar alturas, estar ya de vacaciones y en Primera!
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No, Levante, no. Caer en los mismos errores ahora mismo sería ya letal. Para las aspiraciones del equipo y para el futuro del club a medio plazo. Porque la entidad necesita ser de Primera para mantener la viabilidad de su estructura actual. El levantinismo se juega en las próximas dos semanas mucho más que una noche de fiesta.
Como todo el que baja de Primera, sabe que encallar en Segunda implica asentarse en el desierto. Eso en el mejor de los casos, pues la erosión económica acaba acercándote a la clase media baja y, en un mal año, a caer a Primera RFEF, esto es, fuera del fútbol profesional. Por eso, cada temporada, los que bajan de la élite gastan la ayuda al descenso y un poco más –cada uno lo que puede– en marcarse una especie de 'all in' a un curso.
Lo hicieron, como el Levante, el Granada y el Alavés. Los granotas y los vitorianos pagan en esta quincena de junio su penitencia por no haber cumplido el objetivo. Al Eibar ya es la segunda vez que le pasa. Los granotas y los dos clubes vascos decidieron hace un verano arriesgar su viabilidad futura por el regreso rápido a Primera. Pero el Albacete no. El conjunto manchego es un recién ascendido que ha cocinado a fuego lento un guiso confeccionado con las mejores materias primas: ilusión y trabajo. Lo ha sazonado con un tramo final de temporada notable que le permite afrontar el play-off pletórico de moral y de forma.
Levante, no te fíes del Albacete. Por eso y porque el sexto lleva tres temporadas seguidas ascendiendo: Elche, Rayo Vallecano y Girona, el pasado curso. En 12 años de este formato, han sido 5 los sextos que han ganado las dos eliminatorias pese a partir en ambas en desventaja: factor campo y, lo más importante, en caso de persistir el empate tras la prórroga pierden sin que haya tanda de penaltis.
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Pero por lo que sea, esas 'armas extra' no suelen ser útiles para los terceros. El último en aprovecharlas fue el Getafe de Bordalás en 2017. Recién descendido de Segunda, el club azulón confió en Juan Eduardo Esnaider, destituido tras sólo siete jornadas y con números de irse a Segunda B. Ángel Torres reclutó a José Bordalás, entonces aún un trotamundos de los banquillos pero que ya había empezado a dar el giro de tuerca definitivo a su carrera al subir al Alavés, donde no continuó.
Al alicantino le dio para llevar al Getafe al play-off, donde dio cuenta del Huesca y del Tenerife. En El Toralín se puso 0-2 con un doblete de Jorge Molina pero acabó empatando (2-2) y luego barrió (3-0) al conjunto alto aragonés en el Coliseum. Bordalás no se fió del Huesca como Calleja no debe hacerlo hoy del Albacete. En Liga el equipo ya asaltó a los manchegos en casa, con un gol casi sobre la hora de Bouldini. En el Ciutat no se pudo pasar del empate y jugando una hora contra diez. Conviene no dejarlo todo para el miércoles.
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