José Molins
Miércoles, 24 de junio 2015, 21:49
Robert Sarver se imaginaba que su aterrizaje en Orriols iba a ser mucho más rápido, pero los plazos y la burocracia van a dilatar el proceso de venta del Levante varios meses. De forma que en la recién nombrada comisión negociadora de la Fundación entienden que, si se produce finalmente el acuerdo con el inversor norteamericano, su llegada efectiva al club no será una realidad hasta bien entrada la temporada, en torno a los meses de octubre o noviembre. Esto implica que el dueño de Phoenix Suns deberá esperar hasta enero para fichar a jugadores y no podrá llevar a cabo las obras en el estadio hasta el verano de 2016, al estar la temporada en marcha.
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Para este verano no llegarán a tiempo los millones del banquero de Arizona, ya que faltan muchos aspectos que solucionar. El primero y principal serán las reuniones con la Fundación y el club, que marcarán las fases. Los actuales dueños de la entidad quieren asegurarse unas medidas cautelares, algunas de ellas innegociables, a las que Sarver debe dar el sí para continuar.
Pero de momento todo se encuentra en una fase muy inicial. Los patronos se han marcado como prioridad que haya la máxima claridad y seguridad en las operaciones, para evitar posibles sorpresas desagradables en el futuro, en forma de pagos imprevistos e inasumibles. La opción de recompra para la Fundación en caso de que se marche Sarver será uno de los principales temas a tratar dentro de los diversos puntos que piden los granotas.
El estadounidense tiene muy claro su plan de actuación y va a crear una nueva sociedad junto a Andy Kohlberg y el exjugador de baloncesto Steve Nash, con razón social en Nueva York, que será la destinada a comprar el 70% de las acciones del Levante. Todavía está por definir exactamente el porcentaje de cada uno en esa futura empresa, pero está claro que Sarver será el poseedor de la mayoría de los títulos.
La oferta de 56 millones de euros liquidará la deuda, al menos la parte refinanciada de 17 millones, pero puede amortizarla en su totalidad, según interese más al comprador. Dos de los pilares básicos de la propuesta son las inversiones en las reformas del estadio y mejorar la planificación deportiva, con una cantidad prevista de 15 millones entre ambas, y que, como todo lo demás, está por definir exactamente.
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Pero el mercado de fichajes acaba el 31 de agosto y en esa fecha la venta todavía no se habrá producido. Aunque el acuerdo con la Fundación se cerrase pronto, se tiene que convocar una junta general de accionistas, y después si procede otro patronato.
Luego llega la parte más costosa burocráticamente, ya que se dependería de que el protectorado de fundaciones diera el visto bueno a la venta. En el proceso del Valencia, este punto se dilató alrededor de dos meses desde que se acordó la venta, y hay que tener en cuenta que agosto suele ser casi inhábil en España. Además, el Instituto Valenciano de Finanzas tendría que despignorar las acciones de la Fundación para que las comprara Sarver libres de cargas, y finalmente el Consejo Superior de Deportes deberá aprobar el cambio de propietario del club. En el club ya han informado al inversor de esta montaña de trabas que el norteamericano no esperaba, pero su interés por comprar es serio y no le va a frenar la lentitud del proceso.
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Con todo eso, el siguiente plazo de fichajes, el mercado de enero, se presentaría como la primera ocasión de Sarver para reforzar la plantilla. Aunque habrá que vigilar convenientemente el fair play financiero, que se sortearía si el inversor inyecta dinero en el club. Por supuesto esos ocho millones para fichajes incluidos en la oferta no se harán todos a una, sino en varias temporadas, pero sin duda la llegada del banquero supondría un salto de calidad para el equipo.
De hecho, sólo con liberar al club de la deuda, el americano ya estaría haciendo al Levante mucho más competitivo, porque ya no tendría que pagar a los acreedores y podría destinar sus ingresos a otras partidas. Y sumando el aumento de los derechos de televisión, el panorama cambia notablemente comparado con los últimos años, en los que Quico Catalán y Manolo Salvador tenían un presupuesto muy limitado para fichajes.
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Pero una de las medidas cautelares de la comisión negociadora es que el gasto en fichajes no supere los ingresos, para evitar un endeudamiento progresivo por contratar jugadores millonarios por encima de las posibilidades y que lleven al club a una inestabilidad en pocos años. Sarver debe comprometerse a tratar de mantener el equilibrio financiero.
Por lo que respecta a la otra partida, la de las reformas del Ciutat de València, que la temporada esté en juego hace casi inviable llevar a cabo que comiencen las obras antes de mayo de 2016, cuando acaba la Liga. Sarver quiere construir palcos VIP para empresas en diversas zonas del estadio y también bajos comerciales en el recinto. Aunque no ha explicado exactamente qué tipo de comercios serían, el tamaño de los bajos ni de los palcos, parece muy complicado que se puedan acometer durante la campaña.
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Quizá sí alguna zona en concreto, aprovechando un parón de la competición, pero el grueso de las obras se harían en verano. Para el estadounidense y sus socios resulta fundamental explotar todos los recursos comerciales que ofrece el recinto de Orriols, que darían un empujón de beneficios. Así lo comprobó el propio Sarver en su visita al estadio en mayo.
No obstante, ahora hay muchas cosas encima de la mesa a tratar con el club. Por ejemplo, cómo se articularía el pase del estadio y la ciudad deportiva de Buñol para que fueran propiedad de la Fundación, ya que se quieren evitar las cargas fiscales derivadas.
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Otro de los aspectos a tratar es cómo se asume el pago de la deuda, si liquidando todo a la vez o pagando una parte y avalando el resto para quitarle responsabilidad al club, temas a los que también deberá dar su aprobación Hacienda, lo que llevará su tiempo. Además, Sarver prevé hacer una ampliación de capital de unos 30 millones de euros, con los que pasaría a controlar con su nueva sociedad el 90% de las acciones del Levante, pero deberá dejar claro en la negociación cuándo tiene planeado llevarla a cabo.
Así pues, la actual directiva del club debe planificar la próxima temporada como si no hubiera proceso de venta, con las restricciones económicas que eso conlleva a todos los niveles, y si a finales de año llega el banquero de Arizona, todo cambiará. Pero por el momento se trabaja con normalidad, dentro de la peculiar situación, en la entidad azulgrana.
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