Los que iluminaron a Morales

El pasado viernes, al ser sustituido en el minuto 86 del Levante-Getafe, Morales salió a hombros del terreno de juego. El esperanzador 3-0 llevaba su sello, ya que había marcado un gol, había provocado un penalti y había iniciado la jugada del tanto definitivo. Una noche mágica. La afición del Ciutat de València se rindió ante el 'Comandante', como algunos ya han apodado al extremo madrileño. Ha comenzado a celebrar sus dianas realizando el saludo militar. «Está a gusto. La ovación de la grada me emocionó por el hecho de conocerle. Ha trabajado mucho para conseguir esto. Se lo merece», afirma José Gómez, un bastión dentro de la extraordinaria progresión del futbolista.

Hay tres figuras fundamentales en el inaudito éxito de Morales. Se trata de José Gómez, quien le dirigió en el filial granota; Juan Luis Mora, el secretario técnico del Levante que le descubrió; y Esteban Becker, el entrenador que coincidió con el jugador en el Fuenlabrada durante el curso 2010-11. Los tres analizan para LAS PROVINCIAS la imparable ascensión del futbolista madrileño.

José Luis Morales se ha echado el Levante a sus espaldas en un momento delicadísimo. A sus 28 años, y en su segunda temporada dentro del primer equipo, vive el mejor momento de su carrera a nivel individual. Suma ya seis goles, el doble que en toda la temporada pasada. Y aparece en el top-5 de futbolistas que más regatean de la Liga.

En 2011, Mora ya había colgado los guantes y formaba parte de la secretaría técnica del Levante: «Buscaba jóvenes con proyección para el filial con vistas al primer equipo». Y se marchó a Madrid para examinar a un futbolista del Fuenlabrada.

«Fui para ver a un central en especial y realizar un seguimiento exhaustivo. Pero en aquel partido me sorprendió Morales porque era vertical, vistoso y llegaba a la línea de fondo. Pero no era egoísta. Se asociaba. Bajé a las primeras filas de la grada para verlo mejor», recuerda Mora. Quedó prendado: «Era un jugador fino, delgado, pero cuando cogía la pelota se veía que siempre que podía pasar algo. Era peligroso y vertical. Tenía ese don. Eso no se entrena. Se tiene o no se tiene. Y lo hacía en campos que no eran fáciles, nada que ver con los de Primera».

Y se pudo manos a la obra: «Era la primera vez que le veía en vivo, aunque había oído hablar de él en Madrid. Pedí referencias. También me gusta saber cómo son personalmente. Me fui informando de que era un poco tímido, callado y trabajador». Entonces trasladó la oportunidad a José Gómez, entonces entrenador del Levante B, y a Manolo Salvador, director deportivo azulgrana.

«Yo estaba seguro de que debía venir. No era sub-23, pero veía un posible jugador de futuro para el primer equipo. José y Manolo vieron vídeos», rememora. Y hubo luz verde. «El único handicap eran los penaltis. Había fallado varios. José Gómez bromeó y me dijo: 'Lo que está claro es que no va a tirar los penaltis'», dice Mora como chascarrillo.

«Falló penaltis, pero fue una anécdota. Después, con nosotros, tiró alguno y lo metió», puntualiza José Gómez. Morales llegó a Orriols con 24 años. «No comprendía cómo no había jugado en ningún filial de la Comunidad de Madrid. Me parecía raro. Gracias a Dios tuve la suerte de estar ahí y verlo», celebra Mora.

A Esteban Becker, actualmente seleccionador de Guinea Ecuatorial, tampoco le sorprende la eclosión de Morales. «Le conocía de su etapa en el Parla. Y cuando surgió la posibilidad de que viniera al Fuenlabrada, dije que había que traerlo. Al entorno le decía: 'Va a llegar a Primera. Tiene todo, una velocidad endiablada y hambre'. Nadie me creía. Era flaquito, pero le veía pasta de futbolista. Yo distingo entre futbolista y jugador de fútbol», explica el entrenador argentino, quien disfrutó de lo lindo con 'Moralito', como era conocido en aquel vestuario: «Me dio mucho. Lo utilizaba en la izquierda y se iba de todos». Y no le pone límites: «El techo está muy alto para él».

En el Levante B, se fraguó una fructífera complicidad entre Morales y José Gómez. «Fue una pieza básica para el compañerismo en el vestuario», destaca el técnico valenciano. Morales militó en el filial entre 2011 y 2013. «Tras el primer año, en Tercera, recibió ofertas superiores y podía ganar mucho más dinero, pero se quedó porque estaba muy a gusto y quería apostar por este club», manifiesta José Gómez.

En esa primera campaña, el filial logró el ascenso a Segunda B. Morales, después de toda una vida en Tercera División, daba el salto a la categoría de bronce. Y continuó dando la talla a base de cabalgadas.

«En la segunda temporada marcó bastantes goles y jugamos la promoción de ascenso a Segunda. Fue algo inolvidable», resalta Gómez. Así se llegó al verano 2013, cuando expiraba el contrato del futbolista. Y el Levante apostó fuerte por él.

«Manolo Salvador me preguntó por él y todos los informes fueron positivos. Yo estaba convencido. Pero Manolo tenía la decisión y vio que era distinto, que tenía esa velocidad innata que pocos jugadores poseen. Manolo tenía muy claro que podía dar cosas al primer equipo», señala.

Tras un año cedido en el Eibar para curtirse en Segunda, se incorporó a la primera plantilla del Levante. Una escalada insólita: «Ha mejorado mucho. No ha estado en ninguna escuela profesional y su explosión ha llegado tarde por eso. Tiene todas las características para triunfar en Primera. No me sorprende». Y avisa: «Con su físico, puede jugar mucho más años, perfectamente hasta los treinta y muchos».

José Gómez tiene una confianza ciega en Morales: «Le conozco bien. Puede estar más o menos acertado en el uno contra uno, pero siempre hay que tenerlo en el campo porque en una acción individual te resuelve un partido. No hay que atarle. Hay que darle autonomía para que arriesgue. Y Rubi lo está haciendo».