Tal y como anunció ayer el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, un Consejo de Ministros extraordinario aprobará hoy la paralización de todas las actividades no esenciales desde el lunes 30 de marzo y hasta el jueves 9 de abril. Una medida de prevención ante la crisis del coronavirus y que afecta directamente al Levante. Y es que obligará a detener las obras de remodelación del Ciutat de València durante prácticamente dos semanas.
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A tenor del anuncio realizado ayer por el Gobierno de España, la cúpula azulgrana asume que mañana ya no podrán trabajar los obreros en el Ciutat. Un frenazo que, en principio, se oficializará durante las próximas horas. En el Levante contemplaban este escenario desde hacía días. La crisis sanitaria ha convertido la reforma del estadio en un encaje de bolillos por la incertidumbre relacionada con el estado de alarma y el futuro calendario de la Liga. Ante esta situación, la retirada de la actual cubierta de Tribuna deberá esperar.
El pasado lunes, se reanudaron las obras en el Ciutat después de una semana de paréntesis. Este descanso, que estaba programado por las Fallas, se mantuvo pese a la suspensión de las fiestas. Según el guión escrito antes de que irrumpiese el coronavirus, los operarios debían iniciar el desmontaje de la antigua cubierta ahora, aprovechando el parón de Liga que estaba fijado por compromisos internacionales. Sin embargo, los últimos acontecimientos obligan al Levante a alterar el plan.
La idea original del club se basaba en que la Liga concluía a finales de mayo. A partir de ahí, la constructora habría dispuesto de más de tres meses para la ardua instalación del nuevo techo, que cubrirá toda la grada del estadio. Una intervención que implica la ocupación del terreno de juego por parte de los trabajadores y el levantamiento de una gran parte del césped. Cabe recordar que la directiva había solicitado a la Liga un permiso especial para disputar las tres primeras jornadas de la próxima temporada a domicilio y, así, ganar tiempo.
Pero la crisis sanitaria impide conservar la hoja de ruta. Toca adaptarse. Y varios factores complican la toma de decisiones. El estado de alarma se ha endurecido y, a partir de mañana, quedan paralizadas todas las obras del país. Cuando los operarios puedan retomar el trabajo en Orriols, el Levante deberá decidir si desmonta la actual cubierta del estadio, tal y como estaba previsto, o la mantiene ante el riesgo de quedarse sin margen para instalar la nueva. Un dilema.
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Al mismo tiempo, cabe recordar que uno de los principales proveedores de material de la nueva cubierta tiene su sede en Italia, el país europeo más afectado por el Covid-19. Además, es una incógnita el desenlace de la Liga. En caso de que se pueda reanudar la competición, se desconoce las fechas que ocuparía.
Todo ello deja en el aire el proceso relacionado con la cubierta. Si finalmente se retira la antigua, existe el peligro de quedarse sin tiempo suficiente para afrontar el siguiente curso con el nuevo techo. Y es que, para montarlo, los operarios necesitan ocupar el césped durante tres meses aproximadamente. Todo dependería de que se retomase o no la Liga y de cuándo se hiciese. El presidente del Levante, Quico Catalán, se encuentra en permanente contacto con los responsables de la actual fase de remodelación, la empresa Grupo Bertolín, en busca de soluciones.
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