La vida de Jorge de Frutos cambió durante el verano de 2015. El extremo segoviano tiene 23 años y acaba de firmar un contrato de cinco temporadas con el Levante, aunque su carrera deportiva no ha seguido los cauces habituales. Ha llevado un camino heterodoxo. Antonio Iriondo era el entrenador del primer equipo del Rayo Majadahonda y responsable de formación cuando conoció al jugador. Ocurrió en una prueba de acceso al equipo juvenil. El chico de Navares de Enmedio nunca se había visto en una situación semejante. No realizó una actuación perfecta. En absoluto. Pero el técnico vasco detectó el talento y apostó.
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"Es de un pueblecito muy pequeño de menos de cien habitantes de Segovia. No había jugado a fútbol más que en el colegio, pero ni federado ni nada. Y en la última temporada de juvenil viene a hacerse una prueba. Era una cosa exagerada. Cuando vino aquí, yo dije: 'Mira que es malo el chaval este' (Ríe). Claro, el hombre no tenía ninguna formación. Pero cuando acabó el partido que estaban echando, hablamos de los jugadores que nos íbamos a quedar. Y yo dije: 'Y con este también'. Me preguntaron: '¿Pero cómo te vas a quedar con ese? ¿No has dicho que era malo?'. Y respondí: 'Es malo, pero va a ser muy bueno'", recuerda Antonio Iriondo, quien el pasado mes acordó su regreso al Rayo Majadahonda. Se trata de su tercera etapa en el club.
Durante aquella prueba de 2015, Iriondo se percató del margen de mejora de De Frutos. "En la valoración de un futbolista hay que tener en cuenta varias cosas: velocidad, personalidad y técnica. Él tenía una velocidad escandalosa, que destacaba sobre los demás de una forma exagerada. Y por los rasgos de personalidad que le vi en el transcurso de ese partido, me pareció que era un chaval introvertido. Y eso es, a mi modo de entender, es bueno, porque vive desde dentro. Y así fue. Jugó ese año en juvenil y lo subí al primer equipo en Segunda B", resalta el veterano entrenador.
El 20 de agosto de 2016, debutó en la categoría de bronce del fútbol español. Una proyección meteórica. "El primer año no jugó mucho. Lo saqué el primer partido de Liga contra el Sestao y a los diez minutos estaba ahogado de los nervios. Con la desgracia de que tiene la oportunidad de meter un gol y la falla. No podía con los nervios. Estuvimos con él trabajando. Le sacábamos y la verdad es que lo estaba pasando mal. Pero me parecía normal porque no había pisado un campo de fútbol en su vida. Pasó de estar jugando en el patio de su colegio a jugar prácticamente en un año en Segunda B", subraya Iriondo. Poseía una fe plena en De Frutos.
"Pudo superar toda esa situación de nervios. Algunos pensaban que, como no había jugado mucho, no me iba a quedar con él. Pero dije: 'Este va a ser su año. Lo que otros tardan muchísimos años en aprender, él lo va a coger echando leches'. Es un chaval trabajador, humilde, que atiende, aprende... Me pareció que era un jugador que iba a despuntar y así fue. A los pocos meses era una figura importante dentro de nuestro equipo y jugaba siempre. Cuando ya eres capaz de sentirte más veterano es cuando maduras determinadas cuestiones. Y él fue capaz de hacerlo en un año", añade. Durante esa segunda temporada en la primera plantilla del Rayo Majadahonda, De Frutos disputó 34 encuentros y marcó nueve goles. En el verano de 2018, el Real Madrid lo fichó para su filial.
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Durante la última campaña, De Frutos ha estado cedido en el Valladolid y el Rayo Vallecano. Ha explotado en Segunda. Y el Levante ha pagado al Madrid 2,5 millones por el fichaje del segoviano. "Me alegro muchísimo por él porque nadie le ha regalado nada", celebra Iriondo. Considera que el extremo acierta eligiendo Orriols.
"Yo sé que el Levante tiene un gran entrenador y le va a ayudar muchísimo. Creo que va a muy buen sitio. Aparte de que utiliza una forma de juego muy similar a la que él inició conmigo, creo que este año puede pegar un salto importante". Una perla: "Tiene una velocidad descomunal, llegada, pelea... Es capaz de sostener la velocidad y sabe arrancar en el momento preciso. Aprendió a ir a los espacios y a tener cierta pausa, porque al principio lógicamente era muy precipitado. Al principio le costaba, pese a tener gol, enfrentarse a la portería. Ahora está madurando. Supongo que su entrenador le ayudará muchísimo a hacerle sentir que la Primera División no es especialmente diferente a jugar a fútbol en la plazoleta de su barrio. Cuando eso lo entienda, podrá aportarle muchísimo al Levante. Y se cuida. Cuando ves a tíos que tienen esas características de velocidad, normalmente les cuesta ser resistentes porque son muy explosivos. Pero él era capaz de hacerlo en el minuto 90. No se agotaba nunca". Un portento físico en el Ciutat.
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