Cartagena - Levante: vuelve el Comandante

Este domingo, más allá de la victoria, Julián Calero estaba satisfecho por otro aspecto del partido. «Es la primera portería a cero que conseguimos. Es importante que nos sintamos fuertes a la hora de defender. Talento tenemos, pero si no le damos orden al talento no podemos ser un equipo importante», subrayó el técnico. Frente al Cartagena, el tándem de centrales formado por el canterano Jorge Cabello y el recién llegado Unai Elgezabal funcionó.

Después de tres encuentros fuera de casa en las cuatro primeras jornadas, el Levante permanece invicto y en lo alto de la clasificación. El conjunto granota está alimentando las expectativas. Ha mantenido el bloque de la pasada campaña pese a los asfixiantes problemas con el fair play financiero y ha logrado encajar en el proyecto a dos referentes como José Luis Morales y Vicente Iborra. Oficio y calidad.

Al mismo tiempo, Calero está recuperando para la causa a Pablo Martínez, quien llegó a tener un pie y medio fuera del Levante durante el mercado estival. El Valencia estaba en su horizonte. En cuanto bajó la persiana del período de fichajes, el técnico incluyó al centrocampista madrileño en el once titular. Frente al Eibar, se vio al futbolista algo desubicado y apagado. Este domingo, en cambio, dio una paso adelante. Tuyo una mayor influencia en el juego e incluso saltó al césped con el brazalete de capitán por delante de Morales. Eso sí, ya en la segunda parte, se lo cedió a Iborra, quien partió como suplente. El entrenador prefirió reservar para la última media hora al de Moncada debido a la exigencia física del encuentro. El perfil del rival, sumado a los más de 30 grados que caían sobre el césped del Cartagonova, condicionaron la alineación granota. Iba a hacer falta fuelle.

Y pulmones le sobran a Andrés García. El valenciano, quien ha dejado atrás la pesadilla en forma de lesión que le persiguió durante la temporada pasada, se ha consolidado como lateral derecho. Irrumpió en el primer equipo como extremo, pero su descomunal despliegue físico le ha transformado en un lateral profundo. De esos a los que la banda se le queda corta.

Este domingo empezó sufriendo. Tanto él como el lateral izquierdo azulgrana, Diego Pampín. El primer cuarto de hora del partido fue propiedad del Cartagena, quien amenazó por las bandas y envió centros envenenados. El Levante no se sentía cómodo. Apenas le duraba el balón en los pies. Demasiadas pérdidas ante el elevado ritmo de los albinegros. Sin embargo, el conjunto dirigido por Abelardo no tuvo la pólvora que decanta la balanzas. Sí llevaba munición Morales. El atacante necesitaba liberarse con un gol.

Ocurrió en el minuto 28. Una nueva obra de arte de Carlos Álvarez originó todo. Tras una excelsa y rápida asociación con Pampín en la medular, se sacó de la chistera un pase entre líneas hacia Morales. El madrileño, presionado, se escoró, pero supo cruzar el balón para que la estirada de Fuidias resultara inútil. Un gol para deleitarse.

Morales volvió. Y con él, el gesto del Comandante tras marcar. El madrileño aprovechó el caramelo que le había lanzado Carlos Alvarez. El menudo centrocampista está pidiendo a gritos un sitio en la selección española sub-21. Santi Denia dispondrá, con toda seguridad, de extraordinarios informes sobre la perla granota. Un jugador que este mercado rechazó los millones del fútbol árabe para seguir curtiéndose en Segunda División.

Con una estética que recuerda a la de astros como Aimar, baila sobre el césped. Mide 167 centímetros, pero sus potentísimas piernas le permiten bregar con cualquiera. Marca la diferencia en el Levante. Más allá de su clase, no escatima en esfuerzos defensivos. Recupera balones, romper líneas, sabe dar pausa al juego... Ve líneas de pase donde solo pueden hacerlo los genios.

Es el tercer gol que pone en bandeja esta temporada. Ya lo hizo contra el Cádiz y el Eibar. En Cartagena, a partir del tanto, el Levante comenzó a jugar a placer. Tras el descanso, los azulgrana pudieron sentenciar, pero faltó puntería. Una diablura de Pablo Martínez en un saque de esquina propició una ocasión de oro. Sin embargo, el remate de Morales fue demasiado inocente. El Comandante se llevó las manos a la cabeza. Igual que hizo pocos minutos después Brugui.

El catalán no marcó, aunque se resarció salvando al Levante del empate, ya que sacó un balón en la misma línea de gol de la portería defendida por Andrés Fernández. A falta de media hora, Calero comenzó a refrescar al equipo. El técnico sabía que el encuentro se iba a romper. Entraron los delanteros Iván Romero y Carlos Espí. Al primero le anularon un gol por un fuera de juego milimétrico, casi invisible, mientras que el segundo desperdició tres mano a mano con el portero. El prometedor canterano se quedó con la miel en los labios. Tiene futuro. Igual que este Levante.