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El convento franciscano de la Sagrada Família, en Pego. LP

Adiós a cuatro siglos de franciscanos en Pego

Los tres últimos frailes serán reubicados en Vila-real, Cocentaina y Murcia antes de septiembre tras una reestructuración de las casas de la orden por la «crisis vocacional»

R. González

Pego

Martes, 26 de abril 2022, 20:22

La presencia de frailes franciscanos en Pego llega a su fin. Casi cuatro siglos después de su llegada a este municipio de la Marina Alta, sus tres últimos representantes se marcharán en pocas semanas a sus nuevos destinos tras una reestructuración llevada a cabo por la orden ante la «crisis vocacional».

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La noticia ha supuesto un jarro de agua fría, tanto para los tres afectados, el padre Ángel, Ismael y Rubén, como para toda la población. Desolados se han quedado en el municipio.

El fraile guardián, el padre Ángel, ha reconocido que si bien sabían que se iban a cerrar casas, “no nos esperábamos que esta fuera una”. Pero sí, le ha tocado al Convent de la Sagrada Família. “Los valores religiosos hoy no se cotizan” y eso está haciendo mella en todas las órdenes religiosas y los franciscanos no se ha librado.

Hay muchos conventos e instalaciones, y pocos frailes. De manera que han optado por reagrupar a sus miembros. “Estos edificios responden a otra época, cuando había muchos religiosos de clausura y grandes espacios”, explica el guardián, pero las cosas han cambiado. “Cuando llegué, éramos seis y ahora sólo somos”.

«Es triste»

Les toca decir adiós a Pego y “es triste, los franciscanos hemos estado casi 400 años”. Ya tienen asignado nuevo destino, en el que deben estar antes de septiembre. El padre Ángel, de 68 años, será reubicado en Vila-real; a sus 82 años el hermano Ismael se irá a Cocentaina; mientras que el más joven, Rubén, reforzará la casa de Murcia. Por su parte, la parroquia de la Asunción asumirá parte de la labor que ellos están realizando.

Los franciscanos se han ganado el corazón de los pegolinos por su implicación en la vida del pueblo. Han visitado a los enfermos, uno de los frailes entrenó un equipo de fútbol y otro creó un coro.

El primer convento se levantó en el siglo XVII, estaba en la plaza del mercado. Cuando llegó la desamortización de Mendizábal, en el primer tercio del XIX, pasó a tener un uso civil.

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Pero los pegolinos querían que los frailes regresaran e hicieron otro. Gracias a las aportaciones de algunos benefactores, a finales de ese siglo se comenzaron a construir las nuevas instalaciones. El nuevo convento, de estilo neogótico, se inauguró en 1894 y la iglesia de la Sagrada Família en 1901. La edificación se completó con un colegio, un centro escolar por el que han pasado dos tercios de los hombres de municipio mayores de 45 años.

«No nos parece justo, hay otros conventos más pequeños y menos importantes»

Enrique Moll

Alcalde

Uno de los alumnos del colegio Sant Antoni es Enrique Moll, alcalde de Pego. “No nos parece justo, hay otros conventos más pequeños y menos importantes”, ha lamentado.

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El primer edil tuvo conocimiento de esta decisión a través del padre Ángel, ya que “oficialmente no he recibido ninguna comunicación”. Según ha comentado, se trata de una noticia “triste porque forman parte del pueblo”. Por ello se ha puesto a disposición de los frailes para hacer todo lo posible para que se queden, desde emprender una recogida de firmas a ir a hablar con la diócesis o el arzobispado.

Moll conoció la época en la que había casi media docena de frailes y más de una veintena de seminaristas. “Y ahora sólo quedan tres”.

El alcalde reconoce que no sabe qué es lo que va a pasar con las instalaciones, ni quién se encargará de su mantenimiento. También ha destacado que en el convento hay destacado material fotográfico y el archivo de la parroquia no que le gustaría que se abandonara o se echara a perder.

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«Los niños colaboramos al hacer el campo de fútbol, recogíamos piedras y las quitábamos»

Ximo Ortolà

Vecino

También Ximo Ortolà, de 74 años, estudios varios curso en el colegio Sant Antoni. Conserva un recuerdo “sensacional” de aquella época e incluso mantiene relación con los compañeros de clase. En aquel entonces, la escuela estaba dividida en tres niveles de clases. Del primero se encargaba fray León, el segundo correspondía al padre Gabriel y el tercero, a don Daniel.

De aquellos días recuerda que el convento tenía detrás un huerto y que aplanó un bancal para zona de recreo, para que jugaran al fútbol. “Los niños colaboramos, recogíamos piedras y las quitábamos”. Esta fue su aportación en la preparación del que sería el campo de fútbol.

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Más joven que él, Rafa, de 58 años, también tuvo una “experiencia muy buena” de su paso por el colegio de los franciscanos. “Siempre fui acólito de pequeño y es una lástima que el convento acabe así”, ha comentado con pena.

«Los frailes franciscanos han hecho una labor muy importante en Pego»

Rafa

Vecino

Vive a 50 metros de allí, a pocos pasos y les va a echar de menos. “Los frailes han hecho una labor muy importante en Pego”, ha subrayado. Una opinión que comparten muchos vecinos y que así se lo están trasladando a los tres últimos franciscanos que quedan, por poco tiempo en el municipio.

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Pero su caso no ha sido el único en la comarca de la Marina Alta. Hace cinco años el Convento de la Purísima Concepción de Benissa corrió la misma suerte y se cerró. Desde la localidad se intentó sin éxito aplazar la medida. Sus cuatro monjes también fueron reubicados.

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