Asuntos complejos

Leo que los trabajadores del Hospital de Dénia claman de nuevo por la reversión. No van a conseguirlo y la razón es bien sencilla: no hay dinero. Si la Conselleria quisiera llevar al juzgado los últimos movimientos accionariales, como le reclaman, entraría en juego la maldición: “pleitos tengas aunque ganes”. O lo que es lo mismo, dada la velocidad a la que funciona la Justicia (me temo que por falta de medios, otra vez el dinero), llegaría antes el fin de la concesión (2023) que la sentencia. Y la sentencia será la que será, que en estas cosas no basta con llevar la razón, tienen que dártela.

No hay dinero y tampoco hay Plan B a la vista, y no me refiero con ello al Hospital, sino a todo lo demás. De las ayudas y subvenciones no vamos a poder vivir, porque ese dinero sigue saliendo del bolsillo de los propios ciudadanos, a quienes nos sorprenden cada día con la perspectiva de un nuevo sablazo en sus diversas vertientes: subida de la luz, del gas, de impuestos...

Europa, piensan muchos como solución a los problemas. ¡Ay, Europa! En Europa ya hay quien vuelve a decir que no van a pagarnos los caprichos a los del sur, como si aquí nos pasáramos la vida rasgueando la guitarra y tumbados a la sombra de la higuera.

La inmensa mayoría de personas con las que trato o trabajan o buscan activamente trabajo. Y hablo con muchos emprendedores cada semana que a falta de empleo han decidido buscarse la vida pagando el autónomos. Porque al común de entre los nuestros, el paro le parece una maldición a menos que exista una perspectiva clara en el corto plazo.

No es fácil. Hace poco pregunté a quien sí puede hacer algo lo siguiente: "¿de qué vamos a vivir?", dado que la persona en cuestión daba por perdida la desestacionalización del Turismo. Así que ¿de qué vamos a vivir el resto del año? Entre las escasas respuestas me ofrecieron la agricultura como posible nueva fuente de ingresos, que también les digo que es sorprendente la alergia que sienten muchos cuando se les habla de industria.

Agricultura. En los despachos de Bruselas, que imagino llenos de zapatos lujosos sobre mullidas moquetas, es donde se está gestando la nueva Política Agraria Común, la PAC, y aquí en el sur de Europa, los que calzan alpargatas manchadas de barro, sienten un miedo casi atávico a las normativas que va imponiendo el corazón del continente. Y con razón las más veces.

La lluvia que anuncia el otoño siempre es bien recibida tras un verano caluroso, seco y agotador como el que nos ha tocado. Y a pesar de ello, lo tiñe todo de un color sepia en el que a veces solo destaca cierta tristeza y no sé muy bien por qué.

• Temas
• Industria
• Agricultura
• Turismo
• Hospital de Dénia