Caliente Mediterráneo

El domingo hacía un calor tan insoportable como el que está haciendo estas semanas, así que me metí en el mar con la esperanza de refrescarme un poco. Pues gozo en pozo.

Estamos en junio. Vale que el Mediterráneo no es gélido como el Atlántico, pero el agua en Las Marinas, a estas alturas del año y en un primer baño, debería dar como poco algo de impresión. Pues no. Estaba caliente. Caliente como en el mes de agosto, quizá más. No caliente de hervir, claro, ni caliente de spa. Pero caliente. Caldo.

Pensé al principio que era una impresión, pero tras una ardua investigación llevada a cabo en google (que me tomó como dos segundos), descubro que el domingo la temperatura del agua (TMM según la Fundación de la Comunitat Valenciana Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo) estuvo en torno a los 26 grados, y eso es muchísimo para la época en la que estamos.

Me pregunto qué cotas alcanzará este año. Me pregunto también si es posible hacer algo. Me pregunto cómo estará afectando a las capturas pesqueras y me pregunto si nos damos cuenta de lo importante que es esta última pregunta para los municipios turísticos que vivimos también de la excelsa gastronomía basada en productos del mar.

En el año 2021 en el conjunto de la Comunidad Valenciana se extrajeron del mar 17.886,1 toneladas de especies comerciales. Boquerón, sardina y merluza, en este orden, son las más capturadas. La cifra es bastante más baja que en años anteriores, y hay que remontarse a 2014 para situarnos por debajo de las 20.000 toneladas. Las estadísticas están disponibles en la página web de la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica, que no sé por qué motivo hace ya años que no lleva el apellido de Pesca.

Sé que nos bombardean constantemente con el asunto del cambio climático. Y que los que más nos piden que hagamos cosas para evitarlo son los que tiran millas en jet privado y no se privan de nada, con lo que algo hipocritillas sí parecen. Y ese es un problema, porque mientras sigan siendo ellos los que desde su púlpito privilegiado traten de liderar los cambios que han de venir, los que salimos adelante como buenamente podemos vamos a seguir mirándolos con desconfianza.

Pero algo habrá que hacer. La pregunta es si nosotros, los de a pie, podemos marcar alguna diferencia que no pase por comer gusanos o usar el transporte público en ciudades donde dicho transporte sea inexistente, porque vamos a ver, ¿cómo?

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