Europa ya está avisando a España que vamos a tener que apretarnos el cinturón, lo que por otra parte era previsible: nadie da euros a noventa céntimos. La lluvia de fondos europeos -lo sabíamos aunque no nos lo dijeran- no saldrá gratis y hace ya demasiado tiempo que nos están avisando de ello. Parece esto muy lejano, pero no. ¿Cuánto nos tardará en afectar a los municipios de la Marina Alta y cómo lo hará?
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En la crisis más grande de este siglo, con sus tímidas reformas y tremendos recortes, y aún con los intentos de meter dinero a manos llenas a través de diversos planes de obras, llegó un momento en que los ayuntamientos comenzaron a financiarse a lomos de las empresas.
Era habitual (y lo sigue siendo) que una empresa tuviera un proyecto contratado (no necesariamente de construcción) y fuera al banco a solicitar una póliza para poder iniciar los trabajos. Era habitual, digo, hasta que la ola que había comenzado cuatro años antes con las hipotecas llegó a los ayuntamientos convertida ya en tsunami. Fue como una reacción en cadena: los municipios tardaban más de un año en pagar porque los ciudadanos no tenían dinero que entregarles, las pólizas vencían o se agotaban, las empresas no podían hacer frente a sus gastos porque no cobraban, los bancos no querían dar más crédito porque no se fiaban. Resultado final: cierres y desempleo. Ruina.
Salimos de aquella no con poco sufrimiento impuesto prácticamente desde fuera, rabiando y apretando los dientes. Pero es que no aprendemos. Las reformas importantes siguen sin abordarse o se abordan sin el consenso de todos los agentes sociales. Sí, ya apenas hay contratos temporales, pero han subido de forma exponencial los fijos-discontinuos. Y los indefinidos que se romperán dentro de tres meses, una vez pase la temporada estival.
¿Qué sucederá en la Marina Alta? Como siempre, aquellos municipios que tengan las cuentas más saneadas, soportarán mejor las embestidas porque tendrán al menos un margen de endeudamiento para salvar la situación. Pero lo que me preocupa de verdad, lo que debería de preocuparnos, es que entramos en año electoral con una inflación bastante elevada y van a hacerse un porrón de obras porque nadie va a renunciar a ninguna de ellas. Y esas obras se van a pagar con dinero público. Y las empresas van a pedir pólizas a los bancos. Y etc.
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Siempre quedará la esperanza de que todo esto sea muy diferente, porque en realidad fue mucho más complejo de lo que cuento en mi columna de hoy. Y porque quienes lo sufrieron con anterioridad, digo yo que ya sabrán de qué va la historia y algo habrán aprendido.
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