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R. González
Dénia
Miércoles, 11 de diciembre 2024, 20:17
La calle Marqués de Campo, principal arteria de Dénia, se quedará en los próximos días sin uno de sus establecimientos más emblemáticos. La heladería Miquel Gelater echa el cierre este mes tras 71 años de historia de este negocio familiar que ha endulzado la vida a infinidad de personas, tanto con sus helados como con sus turrones artesanos. Este adiós llega por la jubilación de sus propietarios, Marco Miquel e Inmaculada Arques.
Marco Miquel se crió rodeado de cucuruchos y tarrinas. Su vida ha estado siempre vinculada a helados y turrones y, tras una larga trayectoria en el sector, ha llegado el momento de bajar la persiana.
Su padre, Antonio, llegó a Dénia en 1953 y abrió el negocio en la calle Pare Pere, aunque antes estuvo en Xixona. Tras pasar por varias ubicaciones, finalmente se estableció en Marqués de Campo. En 1987, Marco Miquel tomó las riendas después de que se jubilara su padre y ha estado al frente casi cuatro décadas. «Me he criado tras el mostrador y eso te marca toda la vida», afirma con rotundidad.
Durante todo este tiempo se han sucedido momentos buenos y complicados, pero en Miquel Gelater siempre han salido adelante. Lo más difícil, según reconoce, fueron la crisis económica y la pandemia. «Dos experiencias muy fuertes», especialmente esta última, por lo desconocida que era, algo nuevo para lo que se carecía de referencias.
En el otro lado de la balanza están las numerosas satisfacciones que este trabajo le ha proporcionado a esta familia. Atesora anécdotas con los clientes que jamás olvidará. Recuerda que antes no había helados para diabéticos y que, cuando empezaron a regularse, un hombre acudió para degustar uno. Siempre recordará esa cara de felicidad al «poder comer por primera vez un helado y era justo cuando se jubilaba», relata Marco Miquel.
Mientras él crecía como profesional, también lo hicieron los sabores que ofrecía el negocio. Empezó con unos pocos, los tradicionales, y poco a poco ampliaron la oferta. Han llegado a tener gran variedad, incluidos los de pitufo y Barbie.
Si algo ha marcado los productos que ofrece es que son helados artesanos. Según explica, los de tipo artesano no están muy arraigados y él ha tratado de que sí lo estuvieran. Uno de los grandes obstáculos radica en la fabricación porque «no ha escuelas». Además, este tipo de trabajos «no tienen continuidad y también está la incertidumbre del sector de la hostelería».
Pero todo eso no le frenó y durante años este heladero se ha encargado de preparar helados para el verano y turrones en Navidad de forma artesanal. Y se ha encargado de promover las bondades de este método de elaboración. Actualmente preside la Asociación Nacional de Heladeros Artesanos (Anhcea) y recientemente ha sido elegido vicepresidente de Artglace, la confederación de asociaciones de heladeros artesanos de la Comunidad Europea.
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Ahora son momentos de sentimientos encontrados. Por un lado está la tristeza por todo lo que quedará atrás, aunque también tiene ganas de descansar y de no tener la responsabilidad de abrir cada día la persiana.
No obstante, el cierre de la heladería no va a implicar su inmediata desvinculación del sector. Tiene previsto acabar los tres meses que le quedan como presidente de Anhcea y a eso se le suma su reciente nombramiento como vicepresidente de Artglace. «No estaré en primer plano, pero sí en distintos eventos como el campeonato del mundo», recalca.
A lo largo de su vida, Marco Miquel estuvo al frente de la Asociación de Empresarios de Hostelería y Turismo de la Marina Alta y también fue concejal de Turismo en el Ayuntamiento de Dénia. Según dice, siempre ha sido «muy inquieto», pero eso no significa que ahora se plantee volver al consistorio. «Mi etapa como político ya ha pasado, tras la jubilación quiero dedicar tiempo a la familia, la principal sacrificada durante estos años», explica. Asegura que quiere descansar, aunque está seguro de que algo le saldrá para estar entretenido.
Por el momento, este fin de semana abrirá la heladería como despedida, para acabar los turrones que quedan. Su ilusión sería que a partir de enero alguien volviera a poner en marcha un negocio en el número 12 de la calle Marqués de Campo.
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