El legado millonario de Bofill en Calp
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La comunidad vecinal de la Muralla Roja cobra 3.000 euros al día a quienes quieran entrar para hacer fotos o rodar anuncios, mientras que el Club Social está en ruinasSecciones
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La comunidad vecinal de la Muralla Roja cobra 3.000 euros al día a quienes quieran entrar para hacer fotos o rodar anuncios, mientras que el Club Social está en ruinasR. González
Calp
Martes, 8 de febrero 2022, 00:43
La urbanización La Manzanera de Calp alberga verdaderas perlas arquitectónicas. A orillas del Mediterráneo se alzan las construcciones diseñadas por Ricardo Bofill. Es el legado del arquitecto barcelonés, fallecido el pasado 14 de enero. Está formado por unos edificios singulares que han ido cobrando fama con el paso del tiempo y alguno incluso se ha convertido en punto de «peregrinaje».
La Muralla Roja es, sin duda, el más conocido. El próximo año se cumplirá el 50 aniversario del final de su construcción. Esta emblemática construcción con medio centenar de viviendas se ideó pensando en una 'casbah' árabe, una edificación fortificada de origen amazig.
Al principio despertó poco interés porque por aquel entonces Bofill era considerado un arquitecto frívolo. Poco a poco esa situación fue cambiando y el gran boom se produjo a raíz de convertirse en el escenario de un videojuego de una empresa china. A partir de ese momento su popularidad creció exponencialmente y cada vez era más habitual encontrar personas que acudían expresamente a Calp, desde puntos tan lejanos como Hong Kong, para fotografiarse en la Muralla Roja. Entraban en el edificio y deambulaban por sus escaleras y azoteas para conseguir su preciado tesoro, una foto en su laberinto de escaleras o en otras partes.
Esa presencia de «intrusos» generó bastante malestar entre los propietarios de viviendas y llevó a la comunidad de vecinos a tomar la decisión de poner una valla. De esa manera, sólo ellos podrían acceder.
Y para aquellos que estuvieran interesados en entrar para hacer fotografías, realizar reportajes o grabar anuncios publicitarios se estableció una tasa, según explica el presidente de la comunidad, Salvador Ros. La cuantía alcanza los 3.000 euros por día y gracias a ese canon han logrado recaudar unos 100.000 euros al año.
Aunque la cifra pueda quitar el hipo, los gastos de mantenimiento de esta peculiar edificación no se quedan atrás. Un ejemplo de ello se encuentra en la pintura. Se ha aplicado recientemente en la parte exterior y ahora están pintando los patios interiores. El coste de devolverle su antiguo esplendor se acerca a los 400.000 euros y el Taller de Arquitectura de Bofill les ha asesorado a la hora de elegir los colores a utilizar, recalca Ros. También apunta que «el Ayuntamiento de Calp presume mucho de la Muralla Roja, pero no suelta ni un céntimo».
Domingo García Pozuelo es una de las personas que posee un apartamento en este edificio. Expresidente del Colegio de Arquitectos de La Rioja, compró su vivienda hace tres décadas porque le gustó su singularidad, aunque admite que esta construcción es «una obra de belleza asombrosa con contradicciones en materia de habitabilidad», un paraíso de las barreras arquitectónicas repleto de escaleras y niveles, y sin un ascensor que poder utilizar. «Pensé que era un espacio agradable y con personalidad», explica García Pozuelo. Además, por aquel entonces «no le hacía caso nadie», ni tenía tanta presencia en redes sociales.
El Ayuntamiento de Calp propuso en 2014 la declaración de Bien de Interés Cultural para el conjunto de construcciones de Bofill. Una propuesta que no gusta a los vecinos. De hecho, hace un año expresaron su rechazo y colocaron pancartas en contra.
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Junto a la Muralla Roja se alza majestuoso otro de los diseños de Bofill, el edificio Xanadú, de color verde. Cuenta con 18 apartamentos, entre viviendas de una planta, dúplex y tríplex. Según detalla el Taller de Arquitectura, «el castillo fue el punto de referencia, evolucionando hasta convertirse en una configuración inspirada en el cercano Peñón de Ifach». Cada apartamento consta de tres cubos: el salón, los dormitorios y la zona de servicios.
Al contrario que su vecino, Xanadú carece de valla perimetral y la gente se puede acercar con facilidad a tomar imágenes, comenta José Ortega, presidente de la comunidad de vecinos. Él compró su vivienda en Nochebuena de 1992 en el juzgado, era una propiedad embargada.
Le encanta la peculiaridad del edificio y su emplazamiento privilegiado. «Yo no vendo mi apartamento porque no podría comprar con ese dinero otro con esta calidad y no sería único ni tendría esta ubicación».
El presidente destaca el «gran esfuerzo» hecho por los propietarios en cuestiones de mantenimiento y en habilitar una rampa accesible donde antes era un acceso de montaña. La mayoría de los vecinos son españoles, aunque también hay dos franceses, un alemán, una suiza y un bielorruso.
Arselina Suárez vive en una de las viviendas. Admiradora de Bofill, reconoce que prefiere su edificio a la Muralla Roja. Según dice, «es una genialidad, con tranquilidad y privacidad y, además, encajó el edificio respetando el medio ambiente». En su opinión, el arquitecto les ofreció calidad de vida, «como un cortijo en el mar».
Entre ambas construcciones, pero bajo el acantilado y ya tocando las cristalinas aguas del Mediterráneo, se encuentran los restos del Club Social La Manzanera. En sus buenos tiempos albergó la piscina y un restaurante. Sin embargo, cuando a principios de los 90 se disolvió la comunidad de La Manzanera, que aglutinaba todos los edificios, se desentendieron de él. Y con la Ley de Costas, al negarles el uso, comenzó su deterioro hasta su actual estado, en ruinas.
Los accesos están vallados por el peligro que supone, pero alguien ha apartado una de esas barreras. Ahora los muros están llenos de grafitis y hay restos de botellón. A pesar de no ser una zona segura, son muchas las personas que bajan hasta allí para hacerse fotografías.
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Tanto los presidentes de ambas comunidades como algunos vecinos lamentan el estado al que ha llegado. «Es una pena». Varios también se cuestionan el proyecto de rehabilitación del Ayuntamiento de Calp, ya que quiere darle un uso cultural y educativo.
En La Manzanera hay otros diseños de Bofill. Está El Anfiteatro, de 1983. Cuenta con tres edificios en torno a una plaza central que emula la arquitectura clásica y tiene 27 apartamentos. Otra de sus obras es Plexus, de 1966. Se trata de un complejo de viviendas familiares que siguen el método usado en la construcción de las terrazas de piedra.
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