Mara Bañó, elegida 'Enóloga Revelación' por el Club de Enófilos de Valencia

La empresaria de Dénia, Mara Bañó, ha sido elegida 'Enóloga Revelación' por el Club de Enófilos de Valencia. Su junta directiva, presidida por Juan Noguera, Marqués de Cáceres, le ha concedido esta distinción por su «trabajo, tesón e ilusión en el mundo del vino». Premio que la propietaria del Celler Les Freses de Jesús Pobre ha recibido este martes por la tarde en la sede de la Real Sociedad Valenciana de Agricultura y Deportes.

Bañó está muy emocionada por este reconocimiento, aunque ha admitido que le da cierto “pudor” porque cree que “hay personas que se lo merecen más, yo acabo de llegar”. Para la empresaria de Les Freses, su labor de divulgación del mundo del vino y su énfasis en las bondades de la tierra en la que crecen sus viñas han jugado un papel primordial en la obtención de este premio.

En ese sentido, ha destacado que se alegra de que el Club de Enófilos de Valencia haya pensado en alguien que cultiva la uva moscatel. Es más, opina que en su bodega elaboran en vino “más friki”, pues no coincide con los tipos más estándar, como podría ser la uva tempranillo. Considera que eso significa que la moscatel “está recuperando su dignidad y llegando al lugar que le corresponde, que es el de una reina de las variedades”.

Mara Bañó tiene 46 años. Es licenciada en Filosofía y también en Administración de Empresas, sumiller desde 2017 y enóloga por la Universidad de Castilla y León desde el pasado mes de mayo. Este último título logrado tras realizar sus estudios durante la pandemia. Además preside la Associació de Vins Singulars i de Poble de la Marina Alta.

Sus padres estuvieron vinculados al mundo de la hostelería y a Mara Bañó el vino siempre le llamó la atención como objeto gastronómico. Hizo sumillería y “me enganchó”. Desde entonces no ha parado.

Desde 2009 su vida está estrechamente ligada al mundo del vino. Ese año fue cuando empezó a plantar la viña de Jesús Pobre en un terreno que antaño había sido un cultivo de fresas, situado junto al parque natural del Montgó. Empezaron plantando moscatel, Giró y forcallat. Cuando encontró la finca empezó a hablar con Pablo Calatayud, un amigo suyo del Celler del Roure, de Moixent, y les ayudó mucho de forma desinteresada.

Los inicios resultaron duros por las cuestiones administrativas. “Una persona joven que quiera recuperar una finca de su padre para hacer viña lo tiene muy chungo porque las exigencias son infinitas”, ha lamentado la empresaria.

Una vez pasado ese mal trago, todo resultó más fácil. En 2018 abrieron la bodega, después de haber estado haciendo vino en el garaje de su casa durante seis años. “La viña no te da uva hasta pasados cinco o seis años después de planta”, ha recalcado, ya que en el mundo de la viticultura todo es a largo plazo.

De hecho, plantó en 2009 y hasta 2014 no logró sacar su primera producción de 300 botellas de vino. En la actualidad esa cifra ha crecido notablemente y ahora está haciendo 45.000 botellas. Bañó ha destacado que se trata de una carrera de resistencia porque “todo va muy despacio y yo tengo sueldo desde hace un par de años”.

Según ha relatado, en los primeros años del proyecto contó con una subvención de Europa, que cubrió el coste del 40% de las plantas. “Sin esa ayuda no sé si lo podríamos haber hecho”.

El cultivo de las viñas es toda una odisea. La cosecha de cada año depende de la climatología, por lo que resulta difícil hacer previsiones. Bañó ha subrayado que “eres un esclavo de la viña y has de interiorizarlo”.

 

• Temas
• Dénia
• Parque Natural de El Montgó
• Valencia (Provincia)