«Es un premio a la generosidad de la familia Sorolla»

Así lo expresaba ayer Antonio Mollá Lorente, uno de esos descendientes y que además preside la comisión permanente de la Fundación. Según explicó, fue la esposa del pintor quien hizo posible que se creara esa entidad cultural, pues en su testamento legó las obras que poseía al Estado para la creación de un museo. Unos fondos que contaron también con piezas que poseían sus hijos, María, Joaquín y Elena.

Mollá reconoció que van a recoger este galardón con "gran ilusión" porque el pintor ha recibido numerosos premios, pero es "el primero para la Fundación", que tiene como objetivo preservar la figura del artista y el estudio de su obra. Además, "han escogido con mimo la fecha".

Xàbia marcó a Joaquín Sorolla, "sintonizó con el paisaje y luego eso se reflejó en sus pinturas". Fue un 7 de octubre del año 1896 cuando contempló por primera vez Xàbia y quedó cautivado por su belleza. Iba desde Dénia por el Montgó y el reflejo de cabo de Sant Antoni sobre el mar le impresionó, con esas aguas que definió como una gran esmeralda.

Tanto le impactó esta villa que dijo que era "sublime", relató, "lo mejor para pintar". Alabanzas que plasmó en las cartas que escribió a su esposa y a la familia. De hecho, "entre sus mejores cuadros están los que pintó allí", admitió su bisnieto.

A Sorolla le gustó esta tierra, su interior y su costa. Por eso regresó en más ocasiones. En 1898, en 1900 y en 1905. Para Antonio Mollá Lorente, hoy será la primera vez que pise Xàbia, como hiciera su antepasado hace justo 125 años.

Ese cariño por esta villa llega también a los descendientes de Joaquín Sorolla. Su bisnieta Blanca Pons-Sorolla ha veraneado muchas veces en esta localidad, "incluso me casé ahí", comentó ayer. También estuvo al frente de la comisión permanente. Según remarcó, la estancia del pintor en Xàbia supuso un "avance en el color" y eso se plasmó en su obra.

La vena artística corre por la sangre de los Sorolla. Dos de los bisnietos estudiaron Bellas Artes.