Viva el vino

Leo con gusto que la Mostra de Vins Singulars i de Poble volverá de nuevo a hacer presencia este año, y será el domingo 19 y el lunes 20 en el Riurau de Jesús Pobre. El gusto es triple: por un lado porque estamos fuera ya de todas esas prohibiciones que hemos sufrido en estos dos años; por otro porque somos una de las cunas del vino y eso habría que reivindicarlo más; y porque ¡es una muestra de vinos!

Aunque cuando hablamos de vinos españoles lo primero que a muchos se les viene a la cabeza es Rioja o Ribera del Duero, hay pruebas de que aquí, en la Marina Alta, ya se hacía vino allá por el VI a. C., en Benimaquía, lo que nos situaría a la cabeza de la península ibérica en cuanto a producción histórica. Ahí es nada.

Pero hasta no hace mucho, en general se sentía cierto desprecio por los vinos de la terreta, con alguna honrosa excepción, y para agasajar a amigos, familiares o clientes se optaba por botellas de otras zonas. Afortunadamente las cosas han cambiado mucho en las últimas décadas, y hay en la Marina Alta bodegueros que empleando -algunos- métodos tradicionales, -otros- métodos de vanguardia, y -los más- una mezcla de ambos, han conseguido abrir nuevos horizontes, mercados y expectativas.

Según el estudio sobre 'La Importancia económica y social del sector vitivinícola en la Comunidad Valenciana', presentado la pasada semana en la sede de Cooperativas Agroalimentarias de la Comunidad de Valencia, el sector del vino es responsable del 1,7% del PIB de la Comunidad, da empleo a 32.160 personas y genera un valor añadido bruto de 1.885 millones de euros anuales. No solo eso, exportamos por un valor de 265 millones de euros, y las rutas del vino suponen un atractivo turístico con más de 130.000 visitantes al año.

Si nos comparamos con otras regiones, todavía queda camino por hacer. Estamos por debajo de la media española tanto en volumen como en rendimiento económico. Si bien es cierto que a todo el territorio nacional la pandemia le supuso –como a tantos otros sectores- una bajada de las ventas, la remontada está siendo fuerte y estamos ya en cifras prepandémicas.

El vino español gusta fuera de nuestras fronteras. Somos el primer exportador en volumen y el tercero en valor, y llegamos a 189 países. Ese camino ya está trazado. Ahora nos queda apoyar aún más a nuestros agricultores y bodegueros de la comarca, que con su esfuerzo y trabajo continuos están consiguiendo cada vez mejores vinos y mayores reconocimientos nacionales e internacionales. Y lo primero será, me imagino, escucharles para ver qué necesidades pueden tener o qué dificultades encuentran a la hora de producir y comercializar.

El vino alegra el corazón, dice el salmo, y está presente en las mismas raíces de nuestra cultura mediterránea. Si además nos da el pan, bienvenido sea.

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