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Nicolás Van Looy
Benidorm
Jueves, 9 de diciembre 2021, 10:36
Los hosteleros de Benidorm han dicho basta. «Somos y seguimos siendo el sector más maltratado por las decisiones políticas durante esta pandemia», asegura Pablo González, presidente de Cobreca, que denuncia que tras la implantación en la Comunitat Valenciana –como en otros territorios de España– del pasaporte Covid para acceder al interior de bares y restaurantes, «tenemos que ejercer también la tarea de policías con nuestros clientes». Y lo que, a su juicio, es más grave: han tenido que «traspasar la línea roja que nunca debemos cruzar: la de la confidencialidad con nuestros clientes».
Desde la asociación que reúne a los restauradores de la capital turística de la Costa Blanca recuerdan que en estos casi dos años de pandemia se han visto obligados a cumplir un sinfín de medidas como «las restricciones horarias, la limitación de aforo, la nulidad de la barra, los confinamientos perimetrales o los cierres obligatorios».
Así mismo, González subraya que «somos el único sector que está obligado a desinfectar mesas y sillas después de cada uso, dejar distancias considerables entre mesa y mesa, cambiar nuestras cartas o menús tradicionales por otros desechables o digitales, eliminar aceiteras y vinagreras, saleros y servilleteros por desechables…».
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Y, pese a todo ello y al evidente aumento de costes que ha supuesto para sus negocios, «hemos demostrado que, lo veamos lógico o no, cumplimos a rajatabla con todas aquellas medidas justas o injustas, bien por desesperación o bien por la necesidad de mantener abierto el negocio aún sabiendo que durante los dos últimos años lo hacemos más por el amor a nuestra profesión y a nuestros clientes que por la rentabilidad económica».
La gota que ha colmado «una vez más» la paciencia de los hosteleros ha llegado ahora con la imposición del pasaporte Covid, algo que les hace sentir, según explica Pablo González, «indirectamente coaccionados».
El presidente de Cobreca afirma que desde el sector «entendemos que o aplicamos el certificado Covid o tendremos restricciones horarias o de aforo o de cierre».
«Me gustaría decirles a estas personas que deciden por nosotros, que la hostelería es una fábrica de felicidad en la que conseguimos que desde el momento que el cliente entra por la puerta, disfrute y se olvide de todos sus problemas durante la estancia en nuestros locales», reivindica González.
Y, por ello, habla de una línea roja que, a su juicio, «nunca debemos cruzar con el cliente» y esa es «la discreción. Nunca le preguntamos a un cliente de qué equipo de fútbol es, de qué partido político es, si tiene estudios, a qué se dedica, si está casado, si estás soltero, si ha tenido alguna enfermedad…».
Por ello, Pablo González afirma que «al exigir el pasaporte Covid hemos tenido que cruzar esa línea roja con el cliente». Según su relato, los primeros días de implantación de la controvertida medida, se han saldado con «clientes asiduos que se han enfadado y han dicho que no volverán más, reservas de seis personas y cómo una de ellas no tenía el certificado se han levantado de la mesa y se han ido a otro local con aforo menor de 50 personas, porque allí no es obligatorio presentarlo, mucha pérdida de tiempo de nuestros empleados al pedir uno a uno a los clientes el certificado, DNI y comprobación que, a su vez, se ha transformado en quejas de otras mesas por el retraso al atenderles».
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