Los hosteleros de Altea ya desmontan sus cerramientos LP

Los hosteleros del frente marítimo de Altea desmontan sus cerramientos: «nos han arruinado la vida»

Muchos no saben si su actividad será posible tras la prohibición de los mismos

Nicolás van looy

Altea

Miércoles, 29 de septiembre 2021, 23:25

Llegó el día que, no por esperado, ha sido menos doloroso. Los hosteleros afectados por las obras del Frente Litoral de Altea se afanan en desmontar, antes de la fecha límite marcada por el ayuntamiento, los cerramientos que han permitido durante años su actividad y que ahora no sólo deben hacer desaparecer para que las máquinas puedan ejecutar las actuaciones previstas en ese proyecto, sino que saben que no podrán volver a montar una vez terminen las obras.

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Muchos de los negocios de esta zona de la Villa Blanca, una de las más transitadas y visitadas por turistas y residentes, ven con preocupación su futuro ya que, por las características de sus locales, no cuentan con espacio para poder atender a sus comensales en el interior y, por lo tanto, centran gran parte o toda su actividad en las terrazas. La conclusión para ellos es tan simple como dramática: «me han dejado sin trabajo».

El equipo de gobierno municipal, formado por Compromís y PSPV, ya ha dejado clara su postura de que, una vez terminen las obras, los cerramientos no volverán al paseo y que únicamente se permitirá la instalación de infraestructuras móviles como sombrillas, una solución que para los hosteleros es inviable ya que no protege lo suficiente a sus clientes del calor estival y del frío invernal.

María José Escobar es una de las empresarias que en estos últimos días de septiembre está desmontando el cerramiento de su local y, con él, el su sustento. «A mi y a mi familia nos han arruinado la vida», dice con la entereza de quien sabe que no le queda otra que luchar hasta las últimas consecuencias por muy perdida que esté la esperanza.

El drama de estos empresarios va mucho más allá del periodo durante el que se prolonguen las obras, cuyo final en esa zona concreta, está previsto para el próximo mes de abril. De hecho, será a partir de entonces cuando la nueva normalidad del paseo suponga el mayor problema. «Yo le pedí al alcalde que nos permitiera, aunque sea, poner toldos bajantes, pero son propuestas que le entran por un oído y le salen por el otro», se lamenta Escobar, cuyo local no tiene espacio para atender a comensal alguno en el interior.

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Una situación que, para esta empresaria, como para otros muchos en su misma situación, no sólo supondrá un lucro cesante por el parón en su actividad; sino una serie de gastos que no sabe si podrá asumir. «Yo tengo a una trabajadora fija que lleva catorce años conmigo. No sé si ahora, a raíz de esto, tendré que indemnizarla. Me han generado un gasto de, al menos, 18.000 euros. Y eso, sin hablar de alquiler, autónomos, impuestos… Los gastos que se me vienen encima hasta que pueda volver a abrir no sé cómo los voy a afrontar», se lamenta.

El futuro, incierto de por sí, es ahora una nebulosa indescifrable para los empresarios del paseo marítimo de Altea. Algunos ya han tirado la toalla de manera definitiva y han cerrado sus negocios para siempre. Otros, confían en poder aguantar esta nueva cornada y reflotar sus empresas en la temporada estival de 2022.

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Resumiendo un sentimiento compartido por muchos de sus compañeros en esta situación, Escobar no encuentra más responsable de su actual situación que el actual equipo de gobierno con el alcalde, Jaime Llinares, a la cabeza. «Me gustaría ir al ayuntamiento a decirles que me han dejado sin trabajo. Creo que lo mínimo que podrían hacer es darme uno. Son ellos los que me lo han quitado. En mi casa no va a entrar ni un euro, porque los autónomos no tenemos derecho a nada».

En una zona de Altea en la que normalmente los sonidos que predominan son los de las olas rompiendo contra la orilla y las conversaciones de los comensales en torno a sus mesas, ahora sólo se escuchan ruidos de obra. Los generados por los operarios del Frente Litoral, pero también los de los hosteleros desmontando su pasado, su presente y su futuro.

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Y sobre toda esa cacofonía, los empresarios dejan una reflexión, por ahora, sin respuesta: «con la cantidad de paro que hay en España, parece que les da igual que todas nuestras empresas tengan que reducir personal y dejar a muchos empleados sin trabajo cuando, si ellos quisieran, podrían mantener sus puestos».

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