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Pepa Zaragoza (de pie, en el centro), junto a sus damas de honor en las fiestas de 1971 LP
Medio siglo con reinas en Benidorm

Medio siglo con reinas en Benidorm

Pepa Zaragoza inauguró en 1971 la dinastía festera de la capital turística

nicolás van looy

Benidorm

Lunes, 15 de noviembre 2021

Pepa Zaragoza sonríe constantemente, como lo haría una reina recién coronada. Parece disfrutar recordando el pasado, aquel noviembre de 1971 en el que se convirtió en la primera reina de las Fiestas Mayores Patronales de Benidorm. 50 años después y durante casi dos horas de charla, aquella jovencita de 18 años repasa un nombramiento que le llegó «por sorpresa» y lo hace sin un solo poso de tristeza nostálgica en su discurso. Su gesto sólo se ensombrece cuando recuerda a «los que ya no están» y, especialmente, a algunas de las damas que la acompañaron en la primera corte como «María José Camps, que estará ahora viendo las fiestas desde el cielo. Lo mismo que otras reinas que vinieron después y que también han fallecido».

En aquel segundo año de la década de los 70 el Benidorm turístico ya había pasado su fase embrionaria y, aunque todavía no era la gran potencia que es hoy en día, ya daba claras muestras de lo que estaba por venir. Sin embargo, sus fiestas seguían siendo las de un pequeño pueblo costero y, por ello, «cuando me avisaron de que iba a ser la reina de ese año, me sorprendió porque era una figura que no había existido nunca, pero era mi pueblo y fue algo que me hizo mucha ilusión». Eso sí, no lo dudó ni un momento. «Acepté encantada porque las damas eran todas mis amigas. La verdad es que lo pasamos fenomenal».

Como le ha sucedido a la propia capital turística, sus fiestas también han cambiado enormemente en este medio siglo. Pepa Zaragoza recuerda que en 1971 «no había peñas», una de sus principales señas de identidad actuales, «pero eran divertidísimas».

Primera representación del Hallazgo

La primera reina que tuvieron los días grandes en honor a la Virgen del Sufragio sonríe de nuevo y se enternece al recordar que «eran las fiestas de un pueblo: con sus bandas de música, sus mascletàs, las procesiones, la misa mayor… Ese mismo año, 1971, se escenificó por primera vez el Hallazgo de la Mare de Déu y ya se montaba el ‘porrat’ en la Alameda. También teníamos ya una pequeña feria con algunas atracciones como los coches de choque, el tren de la bruja, una noria… Eran muy distintas, pero ¡es que han pasado 50 años!».

Todo aquello ha superado la prueba del paso del tiempo, pero otras cosas se quedaron por el camino. «Había concursos, yincanas, competiciones de pesca, carreras ciclistas y de motos… Quizás, la gente joven que lea esto pensará cómo es posible que lo pasáramos tan bien sin peñas, pero es que ni pensábamos en ello»

Cinco décadas después de ostentar el mayor cargo festero de su ciudad, las debilidades de Pepa Zaragoza no han cambiado en absoluto. «Para mi, lo más bonito de las fiestas es la representación del Hallazgo de la Mare de Déu del Sofratge junto a la ofrenda, las procesiones y la misa mayor».

La emoción de la coronación

Y, aunque esos siguen siendo sus actos favoritos, reconoce que el momento más feliz que se le viene a la memoria al echar la vista atrás y situarse en 1971 es «la coronación. Era un acto mucho más pequeño y sencillo que ahora, pero veía a mis hermanos, mis padres, mis amigas… estábamos todos juntos. Recordar todo aquello me pone la piel de gallina».

Pepa Zaragoza vivió una época apasionante en lo que a la historia de la ciudad se refiere. Un municipio en plena transformación cuyas fiestas también estaban cambiando mucho «y eso era algo de lo que eras plenamente consciente. Veías como, cada año, participaba más gente y, sobre todo, eras testigo de cómo los habitantes de Benidorm iban mejorando su situación gracias al turismo. Era bonito ver cómo la gente vendía sus bancalitos o sus terrenos y ponía los primeros hoteles, transformando por completo la ciudad».

Una revolución que Pepa, hija del celebérrimo alcalde Pedro Zaragoza Orts, vivió desde una butaca privilegiada. «En el día a día de mi casa pasaban cosas súper interesantes. Mi padre era una persona maravillosa y tenía muchísimos amigos en una gran cantidad de sitios distintos. Eso hizo que pasara por aquí gente muy relevante de la época».

Pero su condición de hija del alcalde no influyó, como ella misma recuerda ahora, en su labor como reina de las fiestas. «Las viví igual que el resto de mis amigas. Lo vimos como algo normal. Sí, mi padre era el alcalde, pero para nosotras eso era, simplemente, su trabajo. Exactamente igual que los padres de mis amigas, que uno era médico, otro empresario, otro pescador… Yo era una más del pueblo. Puedo decir que el hecho de ser hija de mi padre no me hizo sentir especial para nada».

Cambios positivos

Y aunque asegura ser «muy nostálgica», en el discurso de Pepa Zaragoza no se cuela la tristeza por el tiempo que fue. «Hay que ser realista», dice. «El tiempo ha pasado y, además, las cosas han ido a bien. Creo que tanto la ciudad como sus fiestas han mejorado mucho. Todo ha crecido mucho e, insisto, lo ha hecho para bien, así que no puedo tener sensación de tristeza».

Y aunque insiste una y otra vez en que, a su juicio, la evolución de Benidorm y de las fiestas ha sido positiva, reconoce que hay cosas que le gustaría poder recuperar de aquella época. «Me encantaría que la gente adornara más las calles. Me gustaría que pusieran flores o decoraran los balcones con banderitas. Sobre todo, en la parte del casco antiguo. También las verbenas que se hacían en el Castell. Sé que se hacen muchas cosas, pero creo que es un espacio que se utilizaba más en aquellos años».

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