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R. González
Dénia
Lunes, 9 de marzo 2020, 23:00
Veintiuna mujeres con historias diferentes pero con una característica común, su acercamiento tardío a la alfabetización porque en su época no tuvieron la oportunidad de ir a clase. Dénia convirtió ayer a las primeras alumnas de la EPA (escuela de adultos) en las grandes protagonistas del acto conmemorativo del Día Internacional de las Mujeres. Entre ellas estaba María Pérez Marín, quien recordó que "tenía más de 60 años cuando por fin pude ir a la escuela".
Nacida en la localidad granadina de Castril hace 85 años, María relató con emoción que antes de poder asistir a clase había criado a sus cuatro hijos. Y que ir a la EPA le había hecho gran ilusión. Para ella esa experiencia supuso un momento "muy bonito", ya que le permitió aprender cosas nuevas. "Incluso gané un premio por una tarta de Santiago que hice", relató.
Una de las claves de que le gustaran tanto las clases fue el profesor que tuvo, Juan Luis López Escar. Su entusiasmo y, sobre todo, "su paciencia". Todas sus alumnas coincidieron en este aspecto.
Ramona Caballero, de 86 años, también le agradeció a López su dedicación. Después de haber realizado tareas en el campo, emigrar a Alemania, servir, limpiar casas y criar a dos hijos, "llegó un día que me apunté a la EPA", explicó tras el homenaje.
La gustaba ir a clase, en especial cuando tocaba aprender pintura o manualidades. Según confesó, todavía conserva un jarrón que hizo en esa época y lo utiliza para poner flores.
Diferente era la historia de Salvadora Ausina, que se alzó en portavoz de las alumnas durante el tributo que les rindió el Ayuntamiento. Llena de vitalidad a sus 91 años, se mostró muy animada. Ella sí tuvo la oportunidad de ir al cole de pequeña.
Rememoró que "para mí la guerra fue como un juego porque tenía ocho años entonces". Y comentó que mientras los alumnos jugaban, "los maestros daban vueltas por el patio esperando a que cayese una bomba y sonara la sirena". A Salvadora le gustaba leer, escribir, la poesía, pero notaba que tenía "muchas carencias y quería que me enseñaran". Por eso dio el paso y se apuntó a la escuela de adultos de Dénia. Allí encontró a un profesor, Juan Luis López, que supo cómo ayudarle a saciar esa sed de cultura.
Precisamente López Escar fue quien más se emocionó durante este tributo. Durante su discurso tuvo que hacer varias pausas. Con voz quebrada en algunos instantes, quiso agradecer la valentía de unas mujeres que se habían enfrentado a la sociedad, y algunas a sus maridos, para asistir a clase.
Según recalcó, no era solo enseñarles, sino que descubrió que sus alumnas "habían perdido una vida, no habían tenido infancia". Por eso, además de las clases, también las llevaba de excursión o incluso al karaoke para que hicieran esas actividades que en su época no pudieron hacer. Y, a cambio, él aprendió de ellas las estrategias necesarias para vivir sin esa formación.
Y, el director de la EPA, Vicent Mas, incidió en que la prioridad de esa escuela es luchar contra las desigualdades de partida. También subrayó que la discriminación de las mujeres todavía sigue en muchos países. Según apuntó ahora las personas que estudian en este centro de Dénia son sobre todo extranjeras.
Por su parte, el concejal de Igualdad,Javier Scotto, felicitó a esa pioneras que hace 25 años decidieron enfrentarse a esa discriminación y poner fin a su analfabetismo.
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