R. D.
Jueves, 18 de febrero 2021, 20:03
La Xylella Fastidiosa, otra pandemia que azota los cultivos de almendros y los bolsillos de los agricultores desde hace ya unos años, puede tener los días contados. Al menos un atisbo de esperanza se vislumbra a lo lejos, y es que un proyecto, que se desarrolla tanto en los laboratorios de la UA en el campus de Alicante como en la Estación Científica Montgó en Dénia, ha dado con unas proteínas naturales codificadas en el propio genoma de Xylella fastidiosa y que podrían ser el antídoto necesario para acabar curar a los árboles enfermos y acabar con esta plaga.
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Aunque está en una fase inicial, al menos a nivel de laboratorio se han identificado moléculas activas (denominadas endolisinas) que podrían ser candidatas a una futura acción preventiva tipo vacuna (aunque realmente no lo es) o curativa similar al efecto de un antibiótico para luchar contra esta plaga que azota varios países y diferentes especies vegetales. Esta investigación no sólo es un punto de partida para intentar atajar esta problemática con el almendro en la comarca, sino que también está afectando a otras especies (olivo, cítricos, vid, entre otros) en diferentes países del mundo, por lo que su repercusión puede ser significativa en este sector.
El proyecto “Investigación e implementación de estrategias microbiológicas para combatir el crecimiento de Xylella fastidiosa en la Comunitat Valenciana”, cuenta con tres expertos de la UA como investigadores principales, el Doctor Francis Mojica, microbiólogo y descubridor del sistema de reparación genética Crispr, por el que ha recibido un reconocimiento mundial y quedó muy cerca del Nobel de química de este 2020 -se lo dieron a dos investigadoras, una americana y otra francesa que aprovecharon este descubrimiento para desarrollar una técnica de edición genética-; el Doctor Jesús García, también microbiólogo; y el Doctor Cesar Bordehore, biólogo y experto en modelización de sistemas dinámicos y coordinador de la Estación Científica Montgó.
Por el momento el proyecto está todavía tiene mucho recorrido, pero puede convertirse en un rayo de luz para los muchos agricultores que viven en la incertidumbre de saber si cada mañana será la última en la que tendrán en sus campos los almendros.
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