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R. González
Dénia
Viernes, 5 de junio 2020, 22:22
La situación de la calle Loreto era muy complicada. Este vial estrecho de Dénia se encuentra repleto de locales de hostelería a ambos lados y está declarado Zona Acústicamente Saturada (ZAS) por el elevado nivel de ruido. Los establecimientos estaban esperando el momento en el que pudieran montar las terrazas para retornar a la actividad después de casi tres meses en dique seco. El principal problema era cómo se iban a colocar las mesas de manera que se respetaran las distancias de seguridad, al no haber suficiente separación entre ambas fachadas. Al final el ayuntamiento ha tomado una decisión salomónica: abren por turnos.
La medida municipal es muy clara y solo afecta al tramo estrecho comprendido entre las calles Sant Josep y Sant Narcís. En el resto, al gozar de más amplitud o no tener negocios de hostelería en frente, podrán trabajar todos los días. Pero en esa zona específica la postura ha sido tratar de buscar un equilibrio para que todos se repartan el tiempo por igual, de forma equitativa, y al mismo tiempo evitar que las mesas obligaran a los peatones a ir zigzagueando mientras caminan por allí.
Así, los días pares de junio y julio abrirán sus establecimientos y montarán sus terrazas los negocios que estén en los números pares. Y los de los del otro lado de la calle sacarán las mesas los impares. Este sistema funcionará así hasta que acabe el próximo mes. Como julio tiene 31 días, los hosteleros de los números impares trabajarías esa jornada y también el primer día de agosto, por lo que ese mes se cambiarán los papeles.
El concejal de Protección Ciudadana, Javier Scotto, admitió ayer que no era la solución que hubieran querido tomar pero que era la que la que permitía a todos trabajar y era «equitativa y solidaria». Además reconoció que los afectados la habían aceptado «con resignación porque no hay más remedio».
Los empresarios del tramo afectado tenían sentimientos encontrados. Se sentían contentos por volver a trabajar, pero al mismo tiempo algunos estaban «que trinaban», según reconocieron, ya que solo les permitían sacar un par de mesas a la calle. Los hosteleros medían las distancias, hacían cálculos y los números no eran de su agrado.
Su mayor preocupación se centraba en que, tras casi tres meses sin actividad, muchos dependen de la caja que hagan durante la campaña estival para salir adelante y en las actuales condiciones poco negocio pueden hacer. «Veremos los que aguantan hasta el año que viene», apuntó uno de los dueños.
Esta decisión salomónica se repetirá en el mercadillo de Torrecremada que regresa el lunes. Solo se instalarán la mitad de los puestos y la semana siguiente, el resto. Irán alternándose semanalmente.
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