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ESTHER ASPERILLA
Jueves, 25 de octubre 2018, 23:53
Cuando estaba en segundo de carrera, mi profesor de filosofía pidió a la clase que, en un ejercicio de abstracción, intentásemos definir una mesa. Que hiciésemos un esfuerzo por establecer qué es lo que hace que una mesa sea una mesa. Nos miramos unos a otros extrañados. ¿No tocaba dar a los presocráticos? Por lo visto no y la verdad es que definir una mesa a priori no nos pareció un trabajo difícil. Comenzaron a surgir desde diferentes puntos del aula intentos de definición que él iba desbaratando uno tras otro. No, no son las cuatro patas -decía mientras agitaba los brazos como si estuviera sacudiéndose una avispa- algunas mesas tienen tres o dos o una única pata; otras son un bloque y ni siquiera tienen. No es la superficie lisa la que las define -le rebatía a otro compañero- hay mesas con superficies irregulares. Tampoco su capacidad para sostener algo -cabeceaba- las mesas de dibujo por ejemplo, al estar inclinadas, son incapaces de sujetar nada.
Así estuvimos durante la mayor parte de la hora de clase y lo cierto es que no recuerdo si aquel día llegamos a alguna teoría concreta en nuestro intento por establecer los aspectos definitorios de una mesa. Lo que sí recuerdo con nitidez es a mi profesor de filosofía paseándose por el aula, interrogándonos con los ojos entusiasmados mientras repetía una y otra vez. ¿Dónde está la esencia? ¿Qué es lo que define una mesa?
Muchos de los contenidos que aprendí en la universidad se me han olvidado. Quizá fueran muy teóricos o yo no he tenido ocasión de utilizarlos o sencillamente no hicieron mella en mi persona. El caso es que ahora que la filosofía retorna a las aulas (ante el regocijo de unos y el pataleo de otros) lo único que puedo decir es que la clase de la que os hablo cambió mi concepto sobre las mesas pero sobre todo cambió mi concepto sobre las verdades absolutas. La filosofía no es (no tiene que ser) fácil. La filosofía es, en muchas ocasiones, un muro con el que tropiezas. También es una descarga cuando descubres respuestas. También, a veces, es una mesa.
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