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Imagen de la calle Marqués de Campos de Dénia tomada ayer por la mañana. Tino Calvo

Calle Marqués de Campo de Dénia: de la milla de oro a una calle de «segunda»

El cierre al tráfico reduce el flujo de clientes y visitantes

B. Ortolà

Viernes, 2 de octubre 2020, 00:01

Faltan unos pocos minutos para las 9 de la mañana. Arranca una nueva jornada laboral en Dénia y tímidamente empiezan a aparecer los primeros clientes en las bares de la calle Marqués de Campo. La estampa de la que ha sido durante años la milla de oro de la capital de la Marina Alta es atípica. Atrás quedó la imagen de enorme barullo y alta actividad diaria. Ahora todo es mucho más pausado, «ha perdido fuerza, da impresión de una calle de segunda», apuntan vecinos y comerciantes. Un cambio que se produjo desde la irrupción del Covid-19 por allá el mes de marzo, momento en el que el ejecutivo del PSPV decidió cerrar la calle al tráfico para tener espacios más humanizados.

El Estado de Alarma dejó la vía totalmente desierta y la situación apenas ha cambiado con la vuelta a la nueva normalidad. De hecho, se ha visto reducido el bullicio que desprendía esta calle a primera hora de la mañana, con la gente tomando el primer café en los bares a la espera de entrar al trabajo, los que iban a concretar encargos o los que simplemente aguardaban a que abriesen las tiendas para realizar sus compras. «La clientela ha disminuido considerablemente porque muchos de los que venían a hacer sus gestiones o sus compras a primera hora y aprovechaban para tomar el café o el desayuno; ahora ya no vienen», lamenta el camarero de una de las cafeterías situadas al principio de la vía, junto a la Glorieta del País Valencià.

Lo que si se mantiene a esas horas, incluso algo más temprano, es el trajín de camiones y furgonetas que nutren a los locales de restauración con bebidas y alimentos. Aunque la decisión del consistorio de peatonalizar Marqués de Campo ha obligado a trasladar este ajetreo de vehículos de gran tamaño a los cruces de la arteria principal con las que la atraviesan, «es el sitio más cerca donde poder dejar el camión y descargar», apunta un repartidor de bebidas, molesto por «tener que andar más de 50 metros con la carretilla cargada, cuando antes parabas casi delante de los bares».

Los puntos de carga y descarga son ahora una molestia añadida para los vehículos que siguen circulando por las calles perpendiculares, «ahora se paran junto a los pilones y reducen el espacio por donde tienen que pasar los coches, incluso a veces se forman colas porque empiezan a descargar las cajas en medio de la calle», explica Rafael, un jubilado que residen en Marqués de Campo «de toda la vida» y que ahora contempla el «caos» que se forman por las mañanas. Aún así, asegura que la peatonalización es positiva, «ahora se puede pasear tranquilo, tomarse un café sin el ruido y contaminación de los coches a pocos metros de la silla».

A pocas mesas de donde este jubilado disfruta de la mañana con un café, dos mujeres jóvenes toman un pequeño almuerzo en el breve descanso del trabajo cuando pasan ocho minutos de las 11 de la mañana. Ambas afirman estar satisfechas con el cierre al tráfico de la calle, aunque reconocen que es un «varapalo para los bares y negocios».

A su parecer, la decisión del ejecutivo de imponer la peatonalización «sin tener un proyecto bien definido, es un error». De hecho se extrañan de que el Ayuntamiento «no haya pensado en definir y habilitar zonas de aparcamiento cercanas, hay mucha gente que para venir aquí necesita el coche». Una de ellas, Sara Mura, cuestiona la utilidad del descampado donde muchos años atrás se situaba el ambulatorio de la Seguridad Social, «podrían haber hecho un parking subterráneo o en altura con sistema automatizado, por ejemplo. En definitiva modernizarla y adaptarla a los tiempos que corren para que siga siendo un punto neurálgico de la ciudad y la comarca».

Economía y señorío

Durante más de un siglo la calle Marqués de Campo ha sido el epicentro de la vida de la capital de la Marina Alta. Fue en el año 1917 cuando empezó a ganar notoriedad. Hasta ese momento el tramo más importante del municipio lo formaban las calles Loreto y la Mar, «era una conexión directa desde la entrada de la ciudad hasta el puerto», explica la archivera municipal Rosa Seser.

Hasta esa fecha, al final de la calle Campos había edificios de almacenaje del puerto, pero se decidió «llevar a cabo una obra de tanta importancia para el embellecimiento de la ciudad», alegato recogido en un documento de noviembre de 1927 y firmado por Germán González. A pesar de ello, antes de esta conexión con el mar, la calle ya respiraba un ambiente señorial y mostraba los primeros indicios de convertirse en un verdadero motor económico, pues desde 1980 ya contaba con el primer hotel turístico, el Comercio, cuyo edificio, con una singular fachada, ha perdurado en el tiempo para convertirse en uno de los más reconocibles de toda esta arteria económica. También estaban los hoteles Fornos y Morera. Cines, comercios, negocios de restauración, incluso un ambulatorio, con el paso de los años Marqués de Campo ha sido referente en la Marina Alta. «Todo el mundo quería estar en esta calle, porque sabía que aquí se cimentaba la economía de la ciudad y de la comarca», remarca Seser.

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