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B. Ortolà
Martes, 23 de febrero 2021, 00:23
Si hay algo que se recuerda de la pérdida de la colonia de Filipinas por parte de España es la gesta del Asedio de Baler, donde 54 soldados españoles resistieron el ataque de 400 soldados tagalos desde el interior de una pequeña iglesia, durante casi un año al desconocer la derrota de España ante EEUU. El relato que los ensalzó como héroes, llevado incluso a la gran pantalla, eclipsó el de otros 9.000 soldados españoles que, tras el conflicto armado, quedaron presos en el país asiático. Historias como la de Joaquín Boronat, vecino de la Vall de Gallinera que ha recopilado «con mucha paciencia y dedicación», Roberto Llorens, otro vecino de la Vall, gracias a una fortuita comida con las nietas de Boronat, María y Rosita Cervera Boronat. «Saben que me gusta indagar en la historia del municipio y me dieron un diario de su abuelo, descubrí que contaba su cautiverio en Filipinas, empecé a investigar».
Descubrió que Boronat, tras cumplir con el servicio militar y pasar por diferentes ciudades españolas, fue destinado como soldado al Regimiento de Infantería Filipinas. En el país asiático recorrió la provincia de Ilocos Norte en la isla de Luzón y el 11 de julio de 1898 cayó prisionero. Llorens averiguó en la documentación de Boronat que el soldado de la Gallinera estuvo nueves meses en la ciudad de Victoria, en el grupo de los cautivos del general Peña. Los seis meses siguientes los pasó, también preso, en el pueblo de Selligor; y otros dos en Dingueras, «donde más penurias pasó», relata Llorens. En su investigación concluye que fueron un total de 28 meses los que Joaquín Boronat estuvo en cautiverio, aunque tras su paso por Dingueras, no adivina donde más fue destinado, «hay notas que todavía no he podido descifrar, tan solo he podido contabilizar 17 de los meses que permaneció preso», indica.
Lo que si sabe, a través de sus notas, es que el miliciano de la Gallinera fue liberado en Manila el 18 de diciembre de 1899, la misma fecha que recobró la libertad el general Peña. «Salió del país asiático seis meses después de los conocidos como 'Los últimos de Filipinas'», remarca Llorens, quién no ha podido constatar aún si en aquellas fecha todavía había presos españoles.
Un 24 de enero de 1900 Boronat embarcó en Manila hacia su patria natal; y tras innumerables escalas que el soldado relata en sus notas, el 22 de febrero de 1900 llegó al puerto de Barcelona. Su llegada a la Vall de Gallinera se demoró hasta el 3 de marzo: «ya estoy en casa de mis padres, ya sano y con salud», anotó en su diario.
Las memorias de Boronat siguen cautivando a Llorens, quién persiste en conocer más de su vida. Está pendiente de recibir el informe de su historia militar completa para que su relato no quede en el olvido, «aún no sabemos nada de sus batallas, ni si destacó con alguna proeza».
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