El problema no es China, es el precio

Europa se ha puesto manos a la obra para parar los pies a las marcas de automóviles chinas, en concreto tienen mucho miedo a MG, la firma que copa el sesenta por ciento de las ventas de marcas de origen chino en el continente. Y si MG está triunfando no es por hacer coches buenos y bonitos, que también, sino sobre todo 'baratos' o, al menos más accesibles para los bolsillos de los europeos, porque no crean que los regalan.

Los MG están al precio que costaba un coche europeo hasta 2020, cuando la pandemia del covid provocó el parón de las fábricas y la carencia de microchips y suministros llevó a una escalada de precios que ha hace que comprar un coche hoy sea cada vez más caro, y modelos que hace pocos años podías conseguir por doce o quince mil euros, como un Seat Ibiza o un Volkswagen Polo, hoy cuestan veinte o veinticinco mil. Esto está provocando beneficios récord en los fabricantes, que además están imponiendo el 'modelo de agencia' en sus concesionarios para que no puedan rebajar los precios y por tanto no haya competencia.

¿El resultado? que como los coches europeos son caros, el cliente está comprando los coches fabricados en China, y es solo el principio porque BMW, Citroën, DS, Dacia, Volvo, Mini y en breve Cupra venden ya coches que también se fabrican en China.

¿Cuál es la solución? La Unión Europea empieza a pensar en subir los aranceles, de los que los coches chinos ya pagan un diez por ciento– per debería ser el mercado el que se auto-regule para bajar sus precios, porque el público compra los MG y los modelos de otras marcas, como Tesla, sobretodo porque encajan en su presupuesto y necesidades. Es el precio el que determina las compras, y hacen falta más coches baratos, lo demás son parches.

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