Seis años parecen una eternidad, y al menos lo es en el mundo del automóvil, pero fue en esa fecha cuando Audi lanzó el Q2, su modelo SUV más pequeño y el acceso a una gama que no ha dejado de crecer. Llegados al 2023 y en plena ola eléctrica, el coche ya no es el 'último modelo', ¡pero se vende muchísimo! Y es que si buscamos un SUV de tamaño urbano y estilo premium, tampoco hay tantas opciones, especialmente con el desenfadado diseño del benjamín alemán. Ahora se ofrece con motores gasolina y diésel, ambos con etiqueta C y con algunas versiones de tracción total, combinadas con el motor 2.0 TDI de 150 CV, que funciona de maravilla en este coche. El gasolina que nosotros hemos probado tiene el motor 1.5 turbo de 150 CV. Y aunque nuestro modelo luce los anagramas de la transmisión Quattro, esta combinación mecánica ya no aparece en el configurador, aunque sinceramente no creemos que muchos elijan este modelo para andar por la nieve, sino simplemente como un alto de gama de mayor seguridad.
Imagen muy atractiva
El diseño ha evolucionado un poco desde su lanzamiento, y ahora las versiones S-line, con un aspecto más deportivo, son las protagonistas. Tanto por dentro como por fuera, tienen un toque chic que lo distingue del resto del Q2, con unas llantas muy atractivas y, en el interior, el clásico acabado S-line, con tapizados en colores oscuros, un volante de cuero perforado de excelente tacto y asientos de primera calidad. En la ergonomía ya se nota el paso de los años, y de hecho, la pantalla central no es ni siquiera táctil, y se controla mediante un mando entre los asientos que permite elegir entre los diferentes menús. Este 'retraso tecnológico' nos gusta, ya que al final nos entretenemos menos con los menús de la pantalla y nos concentramos más en conducir. Otros mandos, como los del climatizador o la radio, se manejan de manera clásica con botones físicos, por lo que no echamos de menos tener lo último en tecnología.
Confort y tecnología en el interior.
En marcha, el motor 1.5 turbo destaca por su suavidad y buena respuesta. Siempre tenemos potencia y aceleración disponible, con una caja de siete marchas y doble embrague que peca de ser un pelín brusca, y no es tan suave como los tradicionales cambios de convertidor de par que tienen algunos de sus rivales. En cuanto al espacio trasero, es correcto, muy bueno en altura y longitud, con algún centímetro de menos en anchura. Pero si son dos adultos los que viajarán de manera habitual, no hay problemas, el maletero cumple, con sus 405 litros, con el uso de un coche de diario.
El precio es alto, y la gama va desde los 32.000 euros del gasolina de 115 CV a los más de 55.000 del SQ2 con 300 CV, pero con esta configuración –S-Line, automático y motor gasolina– se acerca al territorio que hasta hace poco ocupaba el Q3, un coche más grande, por lo que resulta algo caro. La etiqueta C también le penaliza frente a rivales más modernos, y en su interior no cuenta con las últimas novedades tecnológicas. Sin embargo, si nos gusta el Q2, es la mejor opción premium de su clase. El único rival sería el Mini Countryman, también bastante veterano pero con más versiones con etiqueta cero, o el nuevo Smart #1, exclusivamente eléctrico y con un enfoque diferente en cuanto a clientes. Entre ellos, el Q2 demuestra que la veteranía es, en este caso, más una virtud que un defecto, ya que su funcionamiento es suave y su diseño sigue cautivando.
Llamativo color rojo para nuestra unidad de prueba.
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