Barcelona, Miami y... Valencia

Este fin de semana se disputó en Barcelona el ya tradicional Gran Premio de España de Fórmula 1 que, a la chita callando, lleva más de veinte ediciones aguantando los cambios y vaivenes políticos, porque los catalanes andan a veces un poco liados, pero conocen muy bien los ingresos que genera la F1 para la ciudad, al contado y en imagen, y pagan el canon que impone el organizador, antes Bernie Ecclestone y ahora Liberty, sí o sí.

La carrera llegó con dos españoles, Alonso y Sainz, atrayendo un gran número de público local, por no hablar del tirón de Verstappen, Leclerc, Pérez o Hamilton, así que el cartel de completo estaba colgado desde hace semanas.

La carrera llega después de la de Miami, la primera de las diez que se van a correr en la ciudad americana y que, inevitablemente, nos recordó a Valencia. Los de Miami no estuvieron muy lucidos: se rompió el asfalto, apañado en el último minuto y no de muy buena manera y, al estar lejos de sus míticas bahías, se pusieron los yates encima de un mar simulado. No pudimos dejar de pensar en la prueba de Valencia, mucho más bonita en todos los sentidos.

Valencia tuvo en la Fórmula 1 un escaparate global de primera línea que, de haberse mantenido, hoy estaría multiplicado, con la serie de Fórmula 1 de Netflix y las redes sociales llevando la F1 a niveles de audiencia nunca vistos. La organización llegó a firmar el Gran Premio de España, pero todo se echó a perder.

Más allá de la arrogancia de unos y las pataletas de otros, dejamos ver que no sabemos arrimar el hombro cuando toca, como sí hacen en Barcelona, ciudad sede de la próxima Copa del América, y de la Fórmula 1, y mientras Madrid se queda con el mejor tenis, aquí nos ofrecemos para Eurovisión...

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