Batalla contra el coche en Valencia

Creía que eran gigantes, pero eran molinos y, parafraseando a Cervantes, podemos decir que nuestro ayuntamiento anda también muy equivocado, ya que está combatiendo el automóvil, en lugar de la contaminación que producen algunos de ellos, y que también producen las flotas que dependen de su gobierno y que cada día circulan por la ciudad: EMT, servicios urbanos, coches oficiales y un amplio etcétera.

El consistorio valenciano va a aprobar una nueva normativa que reduce aún más las plazas de aparcamiento en el centro, tanto las de uso público, limitando el acceso a calles y solares, como las privadas, haciendo que los constructores tengan la obligación de construir menos plazas. El objetivo, atentos, es «dificultar la accesibilidad en vehículo privado a las actividades a las que habitualmente se acude en coche particular», y se va a conseguir.

Por una parte, todos los viajes a la ciudad con motivo de ocio o comercio que puedan ser sustituidos, se sustituirán, y el público irá a centros comerciales o a la socorrida compra on-line en lugar de pasarlas 'canutas' para ir al centro. Los cierres de comercios van a ser notables, pero la pobreza es lo que menos importa al consistorio. No correrán la misma suerte lo que, como único medio de transporte deben recurrir al coche para ir a su trabajo a la ciudad. Les esperan alquileres de plaza de garaje a precio de oro.

El Ayuntamiento debería copiar y mejorar las fórmulas de éxito de otras grandes ciudades: grandes aparcamientos junto a estaciones de metro, tren o bus, apuesta clara por los coches ecológicos en las flotas municipales y, si acaso, limitar el acceso a los coches más contaminantes. En lugar de ello tenemos un ayuntamiento que quiere que vayamos en bici, con ocho o con ochenta años.