Una crisis de ventas mal explicada

Los amantes de las noticias que se basan en un Excel pusieron el grito en el cielo: las ventas cayeron un 51 por ciento durante el mes de enero, una hecatombe con un culpable: el Gobierno.

Con esa lectura es muy fácil buscar culpables, pero hay que profundizar más allá de lo que dicen las cifras para encontrar otros motivos. Para empezar en enero de 2020 no había pandemia, así que ya había que descontar cierta caída, agravada por la tercera ola de la propia pandemia, que ha llevado a confinamientos en grandes núcleos de compra de coches, como Valencia. A los confinados en sus ciudades hay que sumar lo que pueden ir a comprar coche pero, por precaución, se quedan en casa.

Por si esto fuera poco, la tormenta Filomena ha paralizado la actividad comercial en gran parte del país durante unos diez días. Otro dato más son las grandes auto-matriculaciones que se hicieron en diciembre, especialmente de eléctricos, para mejorar el promedio de emisiones y evitar las temidas multas de la Unión Europea. Esos coches ya matriculados se venden ahora, pero se computaron en diciembre. Tampoco ha habido apenas ventas a los 'rent a car' o alquiladores de coches, un sector que sigue a la espera de la apertura del turismo, y aun nos queda.

Finalmente, la subida de precios del impuesto, de alrededor del cinco por ciento, ha influido en la caída, porque además hubo clientes que adelantaron su compra, pero mucho menos que los factores anteriores.

El 2021 es largo y ha empezado con muy mal pie por el empeño político en 'salvar la Navidad'. Va a costar levantarlo, sobre todo en los primeros meses, pero será una carrera de fondo para todos en la que no hay que desanirmarse a las primeras de cambio. El único camino es seguir trabajando.