Cosas que la Fórmula E enseña a la Fórmula 1

El fin de semana del 24 y 25 de abril se estrenó la Fórmula E en España, lo hizo debido al Covid, que la ha alejado temporalmente de algunas de las ciudades que la acogían hasta ahora, pero ojalá la semilla termine de germinar en Valencia y los dirigentes se den cuenta de la gran oportunidad que supone albergar un gran premio de esta nueva categoría eléctrica, máxime teniendo en La Marina un circuito ya fabricado, urbano y disponible.

Nacida hace seis años con más dudas que parabienes, la Fórmula E ha sido la única en saber leer el mercado mundial del marketing. Los fans pueden dar más potencia a su piloto favorito a través de Twitter –si naciera hoy sería por Instagram o Tik Tok– la imagen está muy cuidada y la repercusión se consigue mucho antes del resultado deportivo, cuidando muchísimo a los asistentes, que no solo ven los coches sino que tienen pantallas y entretenimientos constantes, como a los sponsors, que cuentan con un servicio VIP de principio a fin.

Ese es su punto fuerte más visible, pero otro es la contención rigurosa de los costes de cada equipo, que hace que haya más competencia entre ellos, algo que hace falta en la F1. Otro detalle es que en la Fórmula E todos los pilotos cobran, cuando en casi todas las categorías del motor la mayoría de los pilotos pagan, bien con su dinero o con sus sponsors, para subirse a un coche de carreras. Sin ir más lejos en la F1 hay dos hijos de multimillonarios y varios equipos viven de la aportación de los pilotos.

La Fórmula 1 se está renovando y ahora la dirige Stefano Domenicalli, gran amigo del promotor de la Fórmula E, Alejandro Agag. Seguro que de esa amistad salen grandes cosas y sinergias entre ambas categorías que, por el momento, están muy distantes, pero a largo plazo podrían incluso fusionarse.