Grezzi, el enemigo número uno del coche

El Ayuntamiento de Valencia termina de renovar la zona de aparcamiento regulado ORA, y aunque no sube precios, aumenta en un tercio el horario al incluir el pago a mediodía de 14 a 16 horas, antes exento, y la ampliación hasta las 21 horas –antes 20 horas–, además de la eliminación de numerosas plazas para instalar voluminosos contenedores. No hay, como sí sucede en Madrid, descuentos a coches de bajas emisiones.

Todos estos pasos solo llevan a un objetivo: que a los usuarios les resulte muy molesto ir al centro en coche. La consecuencia es que terminamos acudiendo a otras partes, en lugar de renunciar a nuestra principal herramienta de movilidad. De este modo, el perjuicio para los restaurantes y el comercio, en una época nada boyante por la falta de turistas, es total. Pero todo eso poco importa al concejal en su cruzada contra el automóvil.

El resultado de todos estos movimientos de índole política y poco prácticos para la ciudadanía es que se crea un ambiente institucional anti-automóvil que ahuyenta las inversiones. Esta semana hemos conocido que el principal fabricante de coches en Europa, el grupo Stellantis, instalará su tercera planta de baterías en Italia. España no solo optaba a esta planta sino que sería lógico instalarla aquí, donde ya se fabrican sus coches eléctricos, pero la hostilidad de algunos políticos contra el automóvil, una reforma laboral que reduce la flexibilidad que el sector necesita y las ideas peregrinas de concejales como el nuestro provocan que las inversiones se vayan a países más acogedores.

Como en el caso del comercio valenciano, la decisión costará miles de puestos de trabajo, y al final terminaremos yendo en bici no por ecología, sino porque no tendremos empleo ni dinero para comprar coche.

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