Hacia una industria más tecnológica

El cierre de Nissan va a traer muchas consecuencias, una de ellas muy negativa, como es el despido de miles de personas en la fábrica y en el tejido industrial entorno a la misma, y una positiva, que es que el Gobierno le ha visto con toda nitidez las orejas al lobo. El cierre de fábricas del principal sector industrial en España es una posibilidad real tan pronto como no sean competitivas y para serlo, hace falta un ecosistema que permita esta competitividad, ya que, excepto Seat y no totalmente, son instalaciones de multinacionales que siguen aquí porque es rentable.

Casi todas las plantas están ahora mismo 'sanas' porque, con la anterior crisis y la flexibilización del mercado laboral se consiguió una competitividad extra que se ha traducido en inversiones cuyos frutos se recogen ahora. Al menos diez modelos nuevos de producción masiva se estrenan entre 2019 y 2020 –Captur, Kuga, Corsa, León, C4 o Polo, por ejemplo– en las plantas españolas. Para que este éxito se repita en el próximo ciclo de modelos, que se renuevan cada seis años, hay que apostar ahora por los incentivos tecnológicos, ya que apenas hay margen para ser más competitivos en costes, especialmente los laborales.

O el Gobierno se pone las pilas con la electrificación y la energía verde o, dentro de un lustro, habrá problemas muy serios para mantener aquí la producción actual, y puede haberlos incluso durante estos años, por eso es clave un plan industrial de incentivos tecnológicos para la industria del automóvil. Nos jugamos no ya ser líderes, sino mantener la producción actual, que no es poco.

El plan debe ir acompañado de otro de incentivos al consumo, pero este, por su sencillez, no requiere de un estudio tan complejo, aunque es necesaria su aplicación inmediata.