El indecente peaje en las carreteras

Lo que los automovilistas pagamos en impuestos debería quedar registrado en el libro Guinnes de los récords. Cuando compramos un coche nuevo, el IVA (21 por ciento) y el impuesto de matriculación (del 4,75 a casi el 19 por ciento), ahora retocado para que haya más coches que paguen impuestos. Por tener el coche en el garaje todo el año, el impuesto de circulación y los derivados de la contratación del seguro y, cada vez que nos movemos, un impuesto sobre los hidrocarburos brutal, que hace que para muchas familias el gasto en combustible sea el segundo más importante tras el de la hipoteca, por encima del de la comida, sobre todo si tenemos dos coches en casa y trabajamos un poquito lejos. ¿El resultado? Es posible que casi dos meses de nuestro trabajo se dediquen al pago del automóvil, sus gastos e impuestos, un auténtica barbaridad se mire como se mire.

Pero al Gobierno le puede parecer poco, y a nuestro querido Ministro de Transportes el coche le debe parecer una herramienta de ricos, porque aún pretende gravar más su uso ya que como todo el mundo sabe, los que tomamos el volante de madrugada, somos millonarios.

La propuesta de implantar peajes en todas las autovías, muy suculenta para las arcas del Estado, está encima de la mesa. Para ello no se pondrían siquiera cabinas de peaje: tendríamos que vincular el coche con nuestra tarjeta de crédito para, la pasar por un arco con cámaras, o pagar el peaje o recibir la multa. dicho de otro modo: tecnológicamente es sencillo, cómodo y barato para el Estado empezar a cobrarnos.

La palabra más acertada sería indecente, y un atraso para la economía, ya que esos costes se van a repercutir en menos viajes, en productos más caros y menos dinero para nuestro día a día. Todo un desastre.