Cada vez más límites al automóvil

La llegada a Valencia del carril BUS-VAO, acrónimo de Vehículos de Alta Ocupación, llega con polémica, porque se está aplicando en una zona, la entrada de la carretera de Barcelona, recién reformada y que, por tanto, no debería tener problemas de saturación de tráfico, y de hecho no los tiene, pero aún así se han decidido a aplicar ya un carril específico para los autobuses y los vehículos de alta ocupación con dos o más pasajeros.

Esta medida, completamente comprensible si el tráfico estuviera saturado, significa que los conductores que van solos en sus coches tienen menos carriles para circular y, pro lógica, poco a poco sufrirán más saturación en su día a día, más minutos para llegar al trabajo o a casa, más polución de esos coches atascados y un amplio etcétera de daños que, si existiera la ‘enfermedad’ del embotellamiento diario, sería comprensible, pero no en este caso.

Hay muchas medidas para limitar el uso del coche, pero tienen que ser medidas lógicas y bien aplicadas. Por ejemplo, es dificilísimo, por no decir imposible, aparcar cerca de las estaciones de metro, cuando en otras ciudades es muy habitual y se multiplica el uso de este tipo de transporte. Tampoco se aplican parkings disuasorios en la entrada de la ciudad, que podrían aliviar el centro, y así, son muchas las medidas ya probadas en otras ciudades.

El problema de fondo es que no hay un plan más allá del que marca la agenda política de limitar el uso del malvado automóvil, complicando la vida a los conductores que, en una amplísima mayoría no tienen más alternativa que circular con su vehículo para ir al trabajo. Y como no hay plan, se levantan aceras y se cambian carriles a diario, se plantan carriles BUS-VAO o se limita el parking en la zona centro, todo, en perjuicio de los mismos.

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