¡Menudo lío con las etiquetas!

Como casi todo lo que se hace con prisas, las etiquetas que determinan el nivel de contaminación de los coches están mal planteadas, y conseguirlas está dando muchos quebraderos de cabeza. Entre los grandes errores, estas etiquetas no ‘premian’ las emisiones, sino la tecnología y, por ejemplo, podemos comprar un SUV grande y diésel con tecnología micro-híbrida y etiqueta eco cuyas emisiones superan los 180 gramos por kilómetro, y en cambio un coche pequeño y urbano de gasolina que emita 100 gramos por kilómetro tendrá la etiqueta C, con mayores restricciones.

Otra historia es que las etiquetas se dieron ‘por fecha’ en lugar de hacerlo también por tecnología, y hay modelos que tienen la etiqueta B a los que les correspondería, por su tecnología, la C, o los que no tienen etiqueta y deberían tener la B, de menores emisiones. La cero, también tiene sus líos, y es que la llevan coches que no siempre tienen cero emisiones.

Pero todo esto palidece ante lo mal que lo está haciendo el Ayuntamiento de Valencia. Tras denunciar LAS PROVINCIAS lo difícil de conseguir la etiqueta e intentar saber qué zonas tendrán restricción de emisiones en el futuro, algo que puede servir a los ciudadanos para saber qué coche comprar según la zona ‘que nos toque’, el Ayuntamiento, como es habitual, no sabe y no contesta.

A ello se suma que no quedan etiquetas en Correos, los talleres no saben a donde dirigir a los clientes, y buscar la etiqueta se convierte en una ‘carrera de ventanillas’ de varias horas de duración.

Para colmo, nos tememos que no servirá de mucho: cuando entren en vigor las restricciones lo harán a través de la lectura de las matrículas, que son las que determinarán la etiqueta del coche. Todo claro ¿verdad? ¡Menudo lío!

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