El motor, con mejor salud de lo previsto

El mundo del automóvil se rasga las vestiduras estos días en España, probablemente con razón, porque el Gobierno no tiene previsto variar el impuesto de matriculación, que grava a los coches según las emisiones de dióxido de carbono y, como la medición de las mismas ha cambiado su protocolo, el 70 por ciento de los coches que se venden en España van a saltar de un tramo impositivo al siguiente, con aumentos de precio del cinco entorno al cinco por ciento, es decir, un coche de veinte mil euros tributará unos 800 euros más, ya que ese precio ya incluye el 21 por ciento de IVA.

Vaya por delante que ese impuesto nos parece discriminatorio, ya que el automóvil ya paga IVA y no debería pagar ninguna tasa más, habida cuenta de las que ya paga por circulación o por medio del impuesto de hidrocarburos, pero el impuesto viene de largo, y este Gobierno ha hecho lo que mejor se le da: no hacer nada. Si los coches suben de precio es porque las emisiones de los mismos no han sido reducidas.

Y es que aunque el sector del automóvil se queja con fuerza, lo cierto es que no va tan mal como nos quieren hacer ver algunos fabricantes. Ha habido una caída del treinta por ciento, pero las marcas premium caen menos y los meses de junio, julio, agosto y septiembre han sido bastante buenos en ventas y, sobre todo, en postventa, con los talleres llenos. Eso ha hecho que la mayoría de las fábricas trabajen a buen rendimiento y que, entre concesionarios y talleres no haya habido cierres relevantes, algo que pueden decir hoy muy pocos sectores estratégicos este año.

Cerraremos así un año que, en abril, nadie hubiera creído que acabaría medianamente bien, y con la perspectiva de la luz al final del túnel que supone la vacuna del Covid-19.