El palo y la zanahoria

Se han dado cuenta ¿verdad? a pesar de la ‘subvención’ de la gasolina ha vuelto a subir, cada vez más, y empieza a acercarse otra vez al punto donde estaba, antes incluso del descuento que aprobó el Gobierno, y es que parece que nuestros dirigentes nos toman por tontos y van así, con el palo y la zanahoria.

La reducción del precio se la tenemos que agradecer a los camioneros que, sin colapsar las carreteras, sí que lograron... ¿cómo se dice ahora? ‘estresar’ la cadena de suministros hasta dejar algunos supermercados sin productos básicos y, claro, el Gobierno tuvo que poner un parche. La competencia de la gasolina no existe, hay pocas refinerías en España que ponen el precio que estiman oportuno y que funcionan como un oligopolio, y el Estado, que cobra ingentes impuestos de las gasolinas, tampoco está por la labor de regular el mercado para calmar los precios.

En el fondo está la dependencia energética del exterior, algo que, ni antes ni ahora, parece atajarse como es debido. España tiene varias oportunidades por delante que podemos perder, como la energía renovable, con la eólica y solar al frente, o el llamado ‘hidrógeno verde’, que está llamado a ser la energía del futuro y del que apenas se han dado los primeros pasos con pocos apoyos.

Hasta ahora la locomotora que a todos los niveles supone el automóvil: producción, exportación, entrada de capitales, impuestos a la venta y a los combustibles, parece que puede con todo, pero el exceso de tasas, la falta de una actuación decidida en ámbitos clave como las ayudas a la compra o al I+D en el mundo del automóvil y los eternos impuestos y burocracia hacen que no avancemos, sino que simplemente sigamos a la zanahoria colgada del palo, como ocurre con el precio de la gasolina.