Probamos el nuevo Mercedes Clase S: El lujo habla alemán

Los alemanes son muy alemanes y, si dicen que tienen razón, es que quieren tener razón, y eso es lo que ocurre en el nuevo Mercedes Clase S. El coche es extraordinario, pero llega al mercado con los motores diésel como bandera, con 286 ó 330 CV, todos con cambio automático de nueve marchas y casi siempre con tracción total. El micro-híbrido de 457 CV y el híbrido enchufable con unos 100 kilómetros de autonomía llegarán en este 2021, por lo que los diesel son aún el corazón de la gama.

La ventaja es que ofrecen bajo consumo en carretera y son perfectos para largas distancias a alta velocidad, el uso más común de este tipo de vehículo. La desventaja es que el diésel está en retroceso, tendrá una reventa complicada y, ahora que estamos acostumbrados al silencio de los híbridos, sus vibraciones son más llamativas.

En todo caso choca un poco que en plena era de la ecología Mercedes apueste por el diésel. Tiene sus motivos, y la verdad es que estamos ante uno de los mejores motores diésel del mundo, tanto en rendimiento como en bajas emisiones.

Mecánicas aparte, estamos ante un Clase S completamente nuevo. La carrocería se reconoce por sus discretos faros y frontal, muy lejos de las enormes parrillas de la competencia. En la trasera sigue la discreción, con un aire al Mercedes CLA pero con mayor tamaño, ya que con cinco metros de largo este coche tiene empaque. Y si por fuera impresiona, nada nos prepara para el interior.

Las manetas de las puertas aparecen enrasadas en la carrocería y emergen al tocarlas, como en los modelos de Tesla, una vez abiertas el panorama es tecnológico y suntuoso a partes iguales. Si Mercedes había establecido la gran pantalla horizontal en sus compactos, ahora apuesta por una vertical de gran tamaño en la consola para todo tipo de funciones: mapas, climatización, conectividad ,etcétera. Tras el volante llega el cuadro digital en tres dimensiones más completo que hayamos visto, pero nada se compara con la navegación con realidad aumentada en la que las instrucciones del 'head-up display' del sistema Mercedes-Benz User Experience o MBUX, incluida la navegación, se proyectan de tal modo que parece que estén unos metros por delante del coche. Esto hace que, cuando llegamos a un cruce, la flecha que indica la dirección a tomar aparezca justo encima de la ruta, y lo más impactante es que la adaptación a su uso es rápida y el sistema se comporta con gran fluidez en todo momento.

El interior es de auténtico lujo, donde tanto delante como detrás el confort es la norma, y vamos realmente cómodos, con todo tipo de extras que contribuyen a que un viaje a bordo sea rápido y relajado. Al volante hay varios modos de conducción, y en el 'normal' la suspensión es demasiado confortable, ideal para los que viajan con chófer, pero no tanto para los que disfrutamos la volante, donde es mejor seleccionar el modo 'dynamic' para un perfecto equilibrio.

El Clase S se pone a la venta desde 108.000 euros con un motor diésel de 286 CV –350d–. Hemos probado el diesel de 330 CV, llamado 440d y que cuesta 117.000 euros, y parece el mejor diésel del grupo. El micro-híbrido con etiqueta eco y 457 CV –con el clásico nombre S500– sale por 140.000 euros, y aún se desconoce el precio y mecánica del híbrido enchufable.

Cuesta decidirse por una berlina en tiempos en los que los SUV están igual de dotados de tecnología, confort o equipamiento, pero para largas distancias o para ir con chófer, el Clase S sigue siendo uno de los mejores coches del mundo, aunque con su tecnología, apetece cada vez más ir tras el volante.