El mundo del automóvil sigue sufriendo en España, tanto por la falta de componentes como por una administración que hace caso a las peticiones del sector, pero a su manera.

Publicidad

Las ayudas del Plan Moves son cuantiosas, pero se ha criticado hasta la saciedad su aplicación y complejidad. Yo mismo, que solicité las ayudas para un cargador en 2020 –entonces se subvencionaba el 30 por ciento y hoy el 70– estuve a punto de desistir por la enorme complejidad que conlleva la petición. Por supuesto no la he cobrado, es decir, pagué el cargador y de las ayudas, «ya veremos». Para hacernos una idea, en Alemania, las ayudas son directas, descontando el dinero del precio del coche, lo que ha impulsado las ventas de una manera muy notoria.

Tampoco le hacen caso al sector con el asunto de los puntos de recarga. No hay apenas en carretera, y los que hay son poco potentes, además los precios no son claros y el pago por tarjeta, que se puede realizar en cualquier parking o máquina de café, es inviable. Hace falta una ley o normativa que obligue, como sucede con las gasolineras, a mostrar con claridad los precios y a facilitar el cobro. De nuevo, el Gobierno escucha pero no actúa, ¿quién se beneficia de este disparate?

Otro punto en el que el Gobierno hace 'oídos sordos' es el del transporte pesado. Si 'descarbonizar' el parque de coches es importante, imagínense lo que se lograría con camiones más ecológicos. Un solo camión genera más emisiones en un mes que todo el parking de este diario –unos cien coches– en todo el año. Pues bien, las peticiones del sector caen en saco roto. ¿El motivo?

Nos apuntaba una fuente que en el mundo del automóvil no hay puertas giratorias ni se coloca ningún político... no aguantarían el ritmo, supongo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€

Publicidad