El Seat León sigue su andadura de éxito. Desde la primera edición lanzada en 1998, la marca ha ido refinando el concepto del modelo compacto aplicando la tecnología de sus hermanos en el grupo, como el Volkswagen Golf o el Audi A3, a un segmento más asequible en precio, pero sin perder ninguna cualidad mecánica por el camino y con un diseño francamente atractivo, fórmula que se ha repetido en las siguientes generaciones del León y que se sublima en esta cuarta serie, en la que Seat no se ha dejado nada en la manga, aplicando lo último en tecnología en su coche estrella.
Probamos el León con carrocería familiar y con el motor 1.5 TSI de 150 CV en versión micro-híbrida con etiqueta 'eco', lo que nos obliga a elegir el cambio de marchas automático DSG de siete velocidades, detalles que llevan el precio hasta los treinta mil euros, a los que hay que sumar opciones como las llantas o el portón trasero eléctrico.
Sobre todo, llamativo
El diseño es muy atractivo, y lo firma el valenciano Amin Sadek, formado en el máster de diseño de la Politécnica de Valencia, que apostó por un diseño dinámico, joven y con un toque de madurez, en el que destacan las luces led delanteras y, especialmente, las de la zaga, que nos reciben por la noche con un bonito juego de luces llamado 'ceremonia' y hasta ahora reservado a modelos premium.
Por dentro la llegada de las pantallas táctiles está revolucionando el diseño, y en el caso del León la central es bastante grande y está muy bien ubicada, fácil de usar y con lo último en tecnología, como conexión y carga inalámbrica de móviles, control por voz de las principales funciones, etcétera.
Doble pantalla en el interior.
Amplio espacio y calidad
El espacio interior es notable, sobre todo en anchura, destacada además por el diseño del salpicadero y la luz horizontal que lo recorre. Detrás hay bastante espacio, aunque el túnel central diseñado para las versiones de tracción total resta sitio a los pies del pasajero central. El maletero es enorme, con 620 litros gracias a una mayor altura de la bandeja que compensa la inclinación de la luneta, que perjudica el volumen total si abatimos los asientos traseros.
En marcha el motor es sensacional. Es de cuatro cilindros, frente a los de tres que equipan algunos rivales, y eso le da una gran suavidad en marcha. Utiliza todo tipo de medidas para reducir el consumo: doble inyección, desactivación de dos cilindros o apagado del motor para circular por inercia cuando es oportuno. Lo mejor es que tiene un consumo comedido con muy buenas prestaciones, especialmente si hacemos uso del modo sport, que conlleva una dirección más dura y una reacción más rápida de la mecánica. El coche corre mucho, convirtiéndose, si lo queremos, en un GTI o en un calmado rutero.
Con un chasis de largos recorridos de suspensión y buen confort, el León afronta todo tipo de trayectos con solvencia. Da igual movernos al lado de casa que viajar varias horas sin salir del coche, ya que sus cualidades siempre están presentes.
Llega la hora de concluir la prueba, y el León es uno de los mejores compactos del mercado, y uno de los mejores coches en relación calidad/precio a la venta. El único pero es que la etiqueta eco no se ofrezca con el cambio manual, lo que reduciría el precio, un detalle siempre a tener en cuenta en la compra.
La carrocería familiar es una gran opción por su espacio y habitabilidad.
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