Aunque las estadísticas dicen que la venta de eléctricos ha crecido un 30 por ciento, la realidad es que se partía de una cifra tan baja que el resultado final sigue siendo malo –36.000 unidades– , y el mínimo esperable era subir del 2,8 por ciento al cinco, cuando no al siete por ciento en ventas, lo que hubiera significado duplicar los datos. No ha sido así, y España sigue a la cola de Europa en la venta de vehículos eléctricos.

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El problema no es otro que el Plan MOVES. En todos los países, incluida la cacareada Noruega, los eléctricos se venden con fuertes ayudas gubernamentales que, ojo, también existen en España, ¡de hasta 7.000 euros! Pero tan difícilmente planteadas que no ayudan a las ventas. Hay que pagarlas primero –vaya ayuda– pedirlas después, y es un drama, doy fe de ello porque he tardado dos años en cobrar las de mi cargador doméstico y, una vez cobradas, declararlas como ingreso. En el resto de Europa se restan al precio en el concesionario y adiós.

La solución perfecta sería reducir el IVA, pero tras negar la mayor por parte de los Gobiernos –el actual y los anteriores– porque pertenecía a las autonomías, hemos visto cómo se reducen el IVA de miles de productos, el gas o la luz sin mayores problemas. Es decir, han engañado al sector de forma más que evidente.

El problema de que no se vendan más eléctricos trasciende del medio ambiente, y es que los fabricantes pueden apostar por no producirlos en un país en el que las ventas de este tipo de coches van a la cola de Europa, trastocando las inversiones, el empleo y el futuro de la industria, y todo por no legislar de forma adecuada.

Esperamos que alguien en la administración reflexione y proponga cambios en las ayudas. Son más que necesarios.

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