La Fiscalía acusa a Císcar de usar el IVAM para llevar al «éxito» la carrera artística de su hijo

Desde que en 2007, un joven artista, de nombre Rafael Blasco Císcar, conocido como Rablaci, comenzara su carrera artística, su madre, la exdirectora del IVAM, Consuelo Císcar, «consciente de las dificultades que existen para alcanzar el éxito en este sector de la cultura, aprovechando sus conocimientos, sus contactos y su posición al frente de uno de los museos más importantes de la Comunitat Valenciana, se erigió en la coordinadora del proyecto profesional de su hijo». Es la tesis que defiende la Fiscalía Anticorrupción para pedir doce años de cárcel para la exresponsable de la pinacoteca en la causa que investiga cómo Císcar se sirvió de su cargo para favorecer la proyección internacional de su vástago.

Según la calificación de Anticorrupción, Císcar lo hizo «organizándole exposiciones por distintos países, haciéndolas coincidir con las muestras que ella misma proyectaba en el IVAM, a fin de costear, en algunos casos, su asistencia a las inauguraciones de las exposiciones de su hijo con los fondos públicos del museo». Por ello, la fiscal considera que cometió delitos de malversación de caudales públicos, por lo que le pide seis años de prisión, y cohecho (otros seis años más). Asimismo, Anticorrupción también reclama la inhabilitación para cargo público por diez años por otro delito de prevaricación administrativa.

Pero Císcar no es la única a la que la Fiscalía pide que se abra juicio oral. Para el que fuera exdirector financiero del museo, Juan Carlos Lledó, (condenado por la justicia por tenencia de pornografía infantil), le reclama cuatro años de prisión por malversación. Además, al responsable de la empresa Logística del Arte (una de las firmas investigadas en el caso), Enrique Martínez, le solicita cinco años y medio de cárcel por malversación, seis años por cohecho y otros dos por falsedad documental. En este sentido, en lo que respecta a su responsabilidad civil, Anticorrupción considera que Císcar y Martínez deberán indemnizar, conjunta y solidariamente al IVAM, con 26.920 euros, de los que 8.884 le corresponderá indemnizar a Lledó.

El escrito, al que ha tenido acceso LAS PROVINCIAS, describe la «coincidencia espacio-temporal» que se dio entre el momento en que Consuelo Císcar tomó las riendas del Instituto Valenciano de Arte Moderno y el tiempo en el que su descendiente, hijo también del exconseller Rafael Blasco (condenado por el caso Cooperación), buscaba hacerse un hueco en el sector artístico. Según la fiscalía, este hecho permitió a Císcar, «tras pactarlo así con el acusado Enrique Martínez, que las empresas contratadas para realizar los servicios de transporte, montaje y desmontaje de las exposiciones del museo se ocupasen simultáneamente del montaje y desmontaje de las exposiciones de su hijo, ahorrándose así el coste de estos servicios que satisfacía el proveedor del IVAM a modo de agradecimiento a las contrataciones públicas que la propia acusada adjudicada. El ministerio público sostiene que en su «propio beneficio, Císcar utilizó a sus colaboradores más estrechos dentro del personal del museo público, encomendándoles todas las tareas dirigidas a la organización de las exposiciones de Rablaci». Aunque, defiende Anticorrupción, «ninguno de los empleados del museo se cuestionó la legalidad de las instrucciones recibidas» al provenir de la máxima responsable de la institución.

La fiscal, como en su momento hizo la jueza del caso, señala que Rablaci «siempre se mantuvo al margen de las decisiones que iba tomando su madre respecto a su carrera profesional». Por ello, el hijo de la exresponsable no se sentará en el banquillo.

El modus operandi de Císcar para llevar al «éxito» la carrera de su descendiente consistía en hacer coincidir las exposiciones internacionales del museo en países como Portugal, China o Cuba con exhibiciones del trabajo de su vástago. De esta forma, las muestras de Rablaci fueron sufragadas por las empresas investigadas (que se encargaban de los gastos a cambio de los contratos que luego recibían del museo) y «gestionadas por el personal del IVAM». También la pinacoteca compraba obra de arte a galerías, como es el caso de la madrileña Raquel Ponce, donde más tarde expondría el joven creador. En el documento se señala que Císcar, incluso, llegó a disfrazar desplazamientos internacionales como un «compromiso profesional» y a ocultar la presencia de su marido en las facturas de otros viajes con cargo al IVAM.