La sensación. Cerrar un final a la altura de las expectativas -personales y ajenas- siempre parece cuestión enrevesada. Ocurre tras toda una vida en ... una empresa, en una amistad que se acaba, en un pareja que se rompe o incluso, en un ejemplo más banal, en el final de casi cualquier película. Siempre surge el matiz, la enmienda, una búsqueda obsesiva de la perfección, el siempre torturador «y si...» Al final, el retrato que asoma encaja en el perfil de una profunda y permanente insatisfacción. Ese parece el escenario de estos días. La escena más caótica en la que no se acierta ni con la bajada del telón ni con el cambio de los protagonistas. La realidad es que hay tantos finales como espectadores, pero las sensaciones, esa corriente invisible que se canaliza entre los off, los gestos de unos y los mensajes de otros, desemboca en un aparente final de ciclo, sin duda, inesperado antes del 29 de octubre. Y la incertidumbre sobre las consecuencias de ese final, los beneficios de cómo actuar y en qué compañía, pueden llevar a esa insatisfacción. ¿Es la mejor solución para todos la salida de Mazón? ¿Para el PP? ¿Para la oposición? ¿Y para el resto? ¿Son admisibles esos escraches a Mazón, los insultos, la persecución? La última rueda de prensa de la vicepresidenta Susana Camarero fue síntoma de la enorme tensión que se respira. Los portavoces y políticos tienen esa habilidad de escuchar una pregunta y contestar lo más alejado posible del enunciado. Pero cuando ese ejercicio se aplica sobre un asunto con 227 muertes, la indignación se manifiesta. La pesada atmósfera de aquella comparecencia recordó e incluso superó a aquellas de Oltra en las que se preguntaba insistentemente sobre la menor abusada por su exmarido. Y con una dificultad añadida para la líder de Compromís porque en aquellos días se mezclaba lo público con lo privado, lo que dispara la carga emocional de una comparecencia. Camarero ha hecho propio el relato de Mazón -¿también de todo el Consell?- como no podía ser de otra forma. Es la portavoz, amiga y mano derecha del presidente. No cabía otra fórmula. Pero sus últimas ruedas de prensa, el tono y las respuestas difícilmente le permitan ya separar su trayectoria política de la dana. La política, salvo excepciones, no suele ser terreno abonado para la lealtad. Pero falta claridad y transparencia. Es todo tan confuso en ocasiones y opaco en otras que incluso restan valor a las legítimas críticas, por ejemplo, a la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) y su presidente Miguel Polo. Un responsable que en una reunión donde participa telemáticamente fue incapaz de alertar de la crecida del caudal del Poyo. Imaginen que en cualquier empresa, en la reunión del consejo de administración o del comité de dirección, ocurre un hecho similar. En fin, el desenlace resulta evidente. Mazón superó con la Navidad su momento más delicado al frente del Consell. Pero la situación vuelve a ser delicada. El clamor popular se ha disparado. El foco se redirige hacia los cambios de versión de Mazón en detrimento de la reconstrucción, donde el esfuerzo del Consell es ímprobo y reconocido. Asoma incluso cierto victimismo en algunas declaraciones. Algunos cargos del PP, tan cercanos hace poco, ayudan ahora en la desestabilización. Despojado del escudo de Salomé Pradas y tras el accidente verbal de Nuria Montes, Mazón traslada que sigue fuerte y dispuesto a continuar. Todo apunta a un final que no satisfaga a nadie. La presión debe de ser insoportable. Incluso para un presidente con mil recursos. Recuerden: ningún final evitará la decepción.
Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Una moto de competición 'made in UC'
El Diario Montañés
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.