El recorrido. Luis Ramírez Icardi, exmarido de Mónica Oltra, probablemente haya sido una de las grandes alegrías y, posteriormente, el mayor problema en la vida de la exvicepresidenta. En su caso, además, el drama se ha vivido en dos planos diferentes: el profesional y ... el personal. Lo que multiplica el desgaste, el coste humano de aguantar la presión política y mediática de una investigación judicial. En ambos ecosistemas, las consecuencias para la que fuera líder de Compromís han sido igual de destructivas. Se antoja complicado que alguien salga indemne de ese pozo. El Tribunal Supremo certificó el pasado miércoles la condena a cinco años de cárcel al exmarido. Estas líneas, en principio, se cobijaban bajo el titular de vidas paralelas por la trayectoria común tras estallar el caso. Pero recordé, es lo que tiene escribir a veces con música, la letra de 'Vidas cruzadas' (Quique González) con su insistente «vidas que dejé cruzadas vienen encendiéndose, vidas que dejé cruzadas vienen persiguiéndome». Tal cual. Oltra no ha podido escapar de esa 'persecución existencial' que sufre desde hace ocho años y con mayor intensidad desde finales del 2019. En aquel agosto de 2017, Oltra terminó toda la relación con Icardi. La sentimental, en realidad, ya se había roto meses antes. Aunque aún vivían en el mismo domicilio por cuestiones familiares. Su trayectoria política, no obstante, aguantó todavía algunos años. Desde que se conoció la primera condena (finales de diciembre de 2019) hasta que se vio obligada a abandonar la vicepresidencia pasaron casi dos años y medio. En algún momento, incluso se dio por superado el trance. Oltra era -y posiblemente sea- de las mejores políticas valencianas. Pero fue el segundo fallo -tras la orden del TSJ de repetir el juicio- el que ya resultó demoledor para la Conselleria de Igualdad y, además, puso en duda el papel de su dirigencia. Finalmente dimitió por un cúmulo de circunstancias. La primera, lógicamente, la imputación judicial. Pero también, según ella reprochó durante su emotiva despedida en la sede de Compromís, por la falta de apoyo del PSPV. Aquel mensaje tenía un destinatario: Ximo Puig. Pero quizá el expresidente pudo sentirse también molesto por la forma en la que conoció el asunto. Recientemente, tras meses de perfil realmente bajo, con contadas apariciones públicas, ha anunciado su regreso a la Abogacía. Ejercerá como mediadora. Se desconoce si lo hará a través de un despacho de abogados. La trayectoria de Icardi fue en paralelo a la de su expareja. Aguantó la primera sentencia. Todo cambió con la segunda. Fue despedido de manera fulminante. La Justicia obligó a indemnizarle con 28.000 euros. Desde entonces ha cobrado el paro. Su futuro invita poco a la esperanza.
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