Juliana, una víctima desamparada

Los hechos. Hay determinadas profesiones que incorporan dos enormes mochilas. Una, la emocional. La otra, la de la responsabilidad. Los errores siempre generan consecuencias. ... Pero el resultado en algunos casos, hablemos de un carpintero o un periodista, es limitado y/o anecdótico. En otros ámbitos, como la medicina o la Justicia por poner otros dos ejemplos, el desenlace puede ser trágico, sin posibilidad de enmienda. Juliana, una joven de 31 años asesinada por su pareja, es el último ejemplo de un fallo en el sistema. Y eso que la pena es limitada porque ni siquiera con una orden de alejamiento se podría garantizar que la mujer siguiera hoy viva. La violencia de género es una de las parcelas dentro de la Justicia que más desgaste produce. Es como los profesionales de la Medicina que tratan a niños con graves enfermedades. Diría que hay dos caminos, la inmunización forzosa o el padecimiento constante. Y ni uno ni otro librará del pesar el día que alguien falle. Porque pasará. No tengan dudas. A Juliana no se le puso esa protección judicial en Alzira cuando su psicóloga presentó una denuncia y ella misma la ratificó. Tenía miedo de su agresor y se había ido a vivir con su madre. El juez rechazó la orden con el visto bueno de la Fiscalía. No es algo habitual, la verdad. Resulta casi extraordinario. Precisamente por evitar situaciones como la que lamentablemente se ha dado con Juliana, las órdenes se conceden casi de manera automática. Incluso el juez puede hacerlo sin que nadie se lo reclame. Pero aquí no se dio. Cierto que no era el supuesto habitual en el que se llama a la Policía y los agentes detienen al agresor y este comparece en sede judicial. Todo esto influyó, sin duda. Igual que la avalancha de denuncias que. en muchas ocasiones, llega a confundir el criterio entre lo que puede ser importante, entendido como urgente, y lo que no lo es. Y también ahí se debe hacer una reflexión sobre determinados abogados y sus consejos en procedimientos de separación. Al final, la relación 'sentimental' de Juliana con su agresor, como ocurre en tantas ocasiones, se retomó. Cuando el caso llegó a Requena, cinco meses más tarde, la joven ya no quería denunciar. Seguramente fue manipulada por su agresor, a la vista del resultado. Y si alguien no quiere denunciar, el procedimiento está condenado al archivo. De Juliana no podemos decir que llevara su drama en silencio porque tuvo el valor para acudir a la Justicia. Y sucedió el relato anterior que, al final, terminó sin protección y con su muerte. El fallo se dio. No hay que ocultarlo. Pobre chica. Desgracia para ella y para el que no acertó con la decisión. Se dice que la responsabilidad se paga con un buen sueldo. Pero en sucesos como este no existe ningún consuelo.