La investigación al expresidente Eduardo Zaplana se concentró desde sus primeras pesquisas en estrechar el cerco sobre su núcleo de supuestos colaboradores. De hecho, al exministro no se le pinchó el teléfono porque la UCO temía un chivatazo tratándose de un exdirectivo de Telefónica. ... Optaron pues por cercar a su presunto núcleo en una trama de blanqueo para repatriar una supuesta fortuna todavía hoy -en su montante- desconocida. Se siguió al testaferro Belhot a reuniones en Madrid y se intervino el teléfono del asesor Grau y de su amigo íntimo Joaquín Barceló, supuesto testaferro. Así, paulatinamente, se fue cerrando el círculo hasta la detención de Zaplana en pleno centro de Valencia. El exministro siempre ha defendido una tesis: «No tengo dinero ni cuentas en el extranjero». Lo sostuvo incluso durante los nueve meses que pasó en la prisión de Picassent, evidentemente los de mayor dureza de su vida. Y se mantiene en esa posición, inamovible y, en realidad, imposible de acreditar de manera directa con un documento. El resto de los acusados confió, en un principio, en que quizá todo quedaría en nada, que la causa se anularía por alguna laguna en la investigación. Por ejemplo, el increíble inicio de las pesquisas en las que un ciudadano sirio encuentra en la casa de Zaplana unos papeles con la hoja de ruta del caso Erial y este hombre, ¡qué casualidad!, se lo entrega a Marcos Benavent, el exgerente de Imelsa, que lo deja en el despacho de su abogado... Y de ahí, tras un registro de las dependencias por parte de la UCO, nace el caso Erial. Pero esa posición defensiva de Zaplana y los suyos ha comenzado a experimentar grietas. Las conformidades, pactos con el fiscal para reconocer los hechos y beneficiarse de una rebaja de pena no resultan excepcionales en causas de esta naturaleza, se maduran durante semanas y meses y sólo en los últimos momentos, cuando apenas restan días o incluso horas se terminan materializando. La proximidad de la vista -finalmente aplazada hasta después de Fallas- y la amenaza de importantes penas de prisión son circunstancias que, sin duda, hacen madurar esas conversaciones. Los hermanos Cotino, su amigo Barceló y su exjefe de gabinete han mostrado su disposición a colaborar con la Justicia. Reconocerán los hechos a cambio de una rebaja de pena. Eso a día de hoy. Todo está condicionado a su declaración en la vista. Zaplana rechazó ayer el saludo de Barceló en la misma sala en la que se celebró la vista. Toda una declaración de intenciones de Zaplana, un auténtico atleta social. Minutos antes había llegado hasta el final de la Ciudad de la Justicia para dar un abrazo a José María Corbín, excuñado de Rita Barberá.

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