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Papi Robles. EFE
Papi, ¿tú también?

Papi, ¿tú también?

La líder de Compromís, la última en sumarse a la política espectáculo: tratar de colocarle una pegatina al presidente con el rótulo de 'Mazón dimisión'

A. Rallo

Valencia

Jueves, 27 de marzo 2025, 23:54

De un tiempo a esta parte resulta habitual acumular decepciones de los políticos. Por un lado, la gestión. En ocasiones, por manifiesta incompetencia, como se ... pudo comprobar el pasado 29 de octubre con un balance de 228 fallecidos. También las malas decisiones o simplemente los errores pueden conducir a un fracaso de las expectativas de los ciudadanos. En definitiva, estos han sido motivos habituales, y en cierta manera comprensibles, en la actuación de nuestros dirigentes. Pero lo más sorprendente y sin explicación aparente, es la mezquindad en la que parecen haber caído buena parte de los representantes políticos. Una copia del modelo Rafa Hernando (PP) o del incomprensiblemente simpático Gabriel Rufián (ERC) por citar algunos personajes de polos diferentes y singular carácter. Eran los habituales 'caraperro' de un partido, chicos malos siempre han existido en la derecha y en la izquierda. Pero eran la excepción, una estrella en el cielo más encapotado. Ahora todo lo que era extraordinario ha devenido en ordinario y común. Papi Robles ha sido de las últimas en asomarse al espectáculo circense. Sorprende en ella, la verdad. Durante una visita del presidente de la Generalitat al Ayuntamiento de Valencia trató de colocarle una pegatina de 'Mazón dimisión'. Una travesura. Una especie de broma de dudoso gusto en la que de no haberse dado cuenta el dirigente del PP habría salido en un vídeo -no es casual, claro, que eso se estuviera grabando- con un adhesivo reclamando su marcha. ¡Qué traviesa, Papi! Parece más propio de una chiquillada de un adolescente que de la representante de miles de votantes. Me recordó al convite de aquella boda en la que algunos invitados pegaban compresas en la espalda de otros asistentes. El contexto y la edad -más allá del humor, siempre discutible en estos escenarios- puede que se prestara a semejante licencia. Pero Papi Robles ni estaba de jarana, ni tiene la excusa de la bendita juventud ni se puede tolerar el ejercicio de esa política espectáculo. Un concejal gana cerca de 70.000 euros al año. Una remuneración importante para evitar el ridículo en su labor diaria. Y luego está la obligación de ser elegante en la victoria. Y eso puede pasar necesariamente por ejercer una oposición dura, desde luego si así lo entiende, pero sobre todo respetuosa. Con la persona y con la institución, pero también con los votantes. A un presidente de la Generalitat no se le puede intentar colocar una pegatina para ridiculizarlo. Reaccionó bien Mazón en esa encrucijada en el Consistorio sin perder los nervios. Seguro que Robles se ha arrepentido de aquello. Un liderazgo en un partido no se consigue con la risa fácil de cuatro acólitos a los postres de una sobremesa sino también con el respeto de tus adversarios.

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