Rus y los «fenómenos» de la UCO

La situación. El convencimiento y los apriorismos parecen ser dos puntos de partida erróneos. En muchos juicios, antes de comenzar, tengo el firme convencimiento de que aquello ocurrió de esa forma. La misma idea mantengo, en ocasiones, en el desarrollo y puede que cuando ... terminan las sesiones. Es más, en algún supuesto incluso conservo el mismo pensamiento con sentencia absolutoria. Cuesta, en ocasiones, abstraerse de esa idea preconcebida que uno -en realidad todos con mayor o menor intensidad- albergamos acerca de cualquier hecho, acontecimiento o personaje. No resulta fácil separar nuestro pensamiento de un relato fiel de lo que acontece porque esto consiste en ofrecer las herramientas más puras para que otros construyan su propia visión. Pues algo similar es lo que vino a decir la Audiencia a la Fiscalía por el caso Imelsa: «Esto no es cuestión de fe sino de pruebas». Un mensaje que se recoge una sola vez pero que, en realidad, parece desprenderse de la lectura completa de la sentencia. La Sala, no obstante, dedica los mensajes más duros a la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, la élite de los investigadores. «A estos analistas todo les parece sospechoso», concluyen los magistrados. Es más, subraya que comenzaron una investigación «viciada» porque partían de un apriorismo, es decir, que el contrato del call center se había amañado. Y dando eso por cierto sin entrar en mayores indagaciones, pasaron al segundo y tercer escalón que era una interpretación -en algunos juicios se han censurado los excesivos juicios de valor que hacen los agentes- de todos los indicios en esa dirección: la de explicar el amaño. Y eso fue, al parecer, un grave error, según la resolución. Aquí va un ejemplo práctico, de esos de andar por casa, de los apriorismos. Imaginen que una pareja llama por teléfono a escondidas y gasta más dinero de lo habitual. Como hipótesis podría estar viéndose con otra persona, pero también preparando una fiesta sorpresa o quizá enredado en partidas de póker. O en las tres situaciones al mismo tiempo. O en otra diferente. Pero la UCO en vez de investigar a qué punto conducía el testimonio del yonki del dinero Marcos Benavent, le creyó y, a partir de ahí, construyó el resto. Existe otro aviso a navegantes en el fallo del caso Imelsa. Habla la Sala de que, «en puridad», la única prueba de la UCO era la declaración Benavent. Un personaje que no parece el mejor compañero de viaje para emprender una aventura como esta. De hecho, su actuación, de colaborador de la Fiscalía a tratar de desmontar la causa, así lo demuestra. Benavent nunca fue trigo limpio. Tampoco cuando fue idolatrado con su disfraz de hippie y bautizándose como yonki del dinero con la complicidad de quienes lo vieron como una especie de Mesías contra la corrupción. La sentencia ha terminado dando la razón a Alfonso Rus, un personaje sin duda peculiar. En una comparecencia de investigación en Les Corts -esos shows para gente ociosa- exclamó: «Los de la UCO son unos fenómenos, pero tendrán que probarlo». Recuerda, por el personaje y el fondo, a aquella expresión de Jordi Pujol de quién coño es la UDEF. Y eso que durante semanas estuvo en Xàtiva, desconozco si pacientemente, esperando su detención. Una operación policial que fue incluso adelantada en los medios. ¿Cómo será eso de que anuncien tu detención y al cabo de tres días te arresten? Ocho años después de aquello, en el primer juicio de la trama, subrayaremos lo de supuesta a la vista del resultado, ha quedado absuelto. Aguarda ahora la sentencia de los zombies con idéntico optimismo. Al menos en el garaje tiene ya de nuevo el Mercedes de su mujer después de que la UCO le hiciera 70.000 kilómetros. Un buen rodaje. Es momento de sacar pecho. Pero el horizonte no está completamente despejado.